Modric enganchó un despeje de un saque de esquina con la diestra a la escuadra desde 25 metros. Si la afición madridista ya venera cada una de sus acciones, lo saborea como el buen vino, en días de exhibición la leyenda de Luka reúne a todo una afición en el reconocimiento. Carlo Ancelotti le ve como a Paolo Maldini, jugando a los 40 y ganando 'Champions'. El club tendrá la última palabra, mientras, el centrocampista eterno hace méritos para aplazar una temporada más su adiós.
El regreso de Dani Olmo
Había perdido protagonismo en el Barcelona después de caer de pie en su aterrizaje. Una lesión le condicionó. Necesitaba un partido en el que de nuevo fuese decisivo para volver a sentirse protagonista y Dani Olmo lo firmó cuando más lo necesitaba su equipo. Perdonó la UD Las Palmas en el primer acto y el líder se agarró con fuerza a la posición de privilegio en el segundo.
Gracias a la calidad de Olmo que cerró una larga sequía goleadora. No marcaba desde el 26 de noviembre, once partidos consecutivos sin gol para un jugador que parecía haber perdido la chispa además de la titularidad. Su entrada al partido fue decisiva, tanto como su conexión con Lamine Yamal, el control del pase de diestra, el recorte y la definición de zurda arriba, imparable, tras besar el travesaño.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
La picadura de 'La Araña' en Mestalla
En media hora de partido en Mestalla, Julián Álvarez ya había devuelto al Valencia a su triste realidad en LaLiga EA Sports. El arranque con rabia local lo calmó con dos definiciones de delantero puro. De un rechace del larguero inventó un disparo arriba donde al portero le cuesta llegar a tiempo. Con un testarazo picado cerró su doblete y el mensaje contundente del Atlético de Madrid en un calendario de locura que definirá su curso en el próximo mes.
A por todo en los tres títulos acude Diego Simeone con una apuesta ciega por Julián. "No tengo nada que reprocharle. Quería los minutos y la continuidad que aquí no tuvo", aseguró Pep Guardiola esta semana en el Santiago Bernabéu sobre un jugador al que añora en el Manchester City. Con 19 goles, el delantero argentino que eligió el Atlético de Madrid para convertirse en lo que se ha convertido, el gran referente, es el máximo goleador rojiblanco del curso. Llega en racha a unas semanas decisivas.
El recital goleador en San Mamés
Desde 1994 el Athletic Club no marcaba siete tantos en un partido de Liga. Se los endosó a un Real Valladolid que ya expresa claros síntomas de equipo sentenciado, hundido en el último puesto de la clasificación y sin señales de querer pelear hasta el último suspiro por la permanencia. Todo lo contrario al hambre de éxito del equipo de Ernesto Valverde que regaló una tarde de fiesta a San Mamés.
El disparo ajustado de Jauregizar, la exhibición de Nico Williams dejando atrás a rivales en su eslalon antes de definir con sencillez a alta velocidad y con su doblete colocando en la escuadra un derechazo escorado; el primer tanto en el Athletic de Maroan Sannadi, la racha sin fin del centrocampista con más pegada de LaLiga, Oihen Sancet, con una gran volea; el regreso al gol de Guruzeta y el broche de Iñaki Williams. Un auténtico festival de pegada de un equipo que sueña con jugar la 'Champions'.
Isco reina en el Coliseum
La conexión Antony-Isco devuelve la ilusión a la afición del Real Betis. No se podrá ver la próxima jornada en la visita del Real Madrid al Benito Villamarín por la inexplicable entrada por detrás del extremo brasileño en los últimos compases de un partido vencido que corta la buena dinámica del Getafe y deja al conjunto bético a puertas de posiciones europeas.
Principalmente gracias a la clase de magia impartida por Isco Alarcón en el Coliseum. Su primer gol es la muestra de talento que siempre acompañó al futbolista malagueño. Con un control orientado en carrera antes de culminar el contragolpe con una definición de alta escuela con el exterior de la bota derecha. Más tarde firmaría su doblete desde el punto de penalti y lanzaría al Betis en la conquista de uno de esos estadios donde para ganar hay que ponerse el mono de trabajo.