“Mi amigo Enzo” es una película para toda la familia. Para que todos nos enternezcamos con el Firulais de turno y lo comparemos con el que vive con nosotros. Esa es la tónica de los filmes con canes actuales, en que se enfatiza la presencia de los perros en nuestras vidas, diferente a como aparecían los pichichos en el cine de décadas atrás: en comedias donde armaban desastres o siendo unos héroes más inteligentes que lo común, como lo eran Lassie o Rin Tin Tin. También son inolvidables aquellas películas de los dobermans asaltantes, que causaron furor en los años setenta.
Enzo es el perro de un corredor de automóviles. Lleva ese nombre en homenaje a Enzo Ferrari, por supuesto. Enzo (en las películas subtituladas su voz es la de Kevin Costner) cuenta lo que va viviendo su humano compañero: las carreras, sus desilusiones y triunfos, su enamoramiento y el nacimiento de su hijo. Todo es contado desde la óptica perruna. El pequeño Enzo se pone celoso cuando el corredor Denny Swift (Milo Ventimiglia) se enamora y tiene una hija, pero también está contento cuando él está contento. El filme, así, cuenta lo que imaginamos que un perro viviría y diría si tuviera sentimientos humanizados, si tuviera empatía.
Un filme hecho con sus momentos bien melodramáticos, como es de esperar en filmes de este tipo, pero que también sabe combinar escenas de humor. Aunque no se trata de algo novedoso, la película se deja ver y constituye un buen entretenimiento para grandes y chicos, principalmente, si les gustan los perros.
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