Caballero Aquino hace un lúcido análisis de la política

Un libro de gran valor historiográfico y de singular valor político presenta hoy, con la edición de ABC Color, la Colección Protagonistas de la Historia, publicada por la Editorial El Lector.

Cargando...

Se trata de "Manuel Gondra", escrito por el doctor Ricardo Caballero Aquino, una obra que presenta a una de las figuras excepcionales de la memoria histórica de nuestro país, en un contexto político que fácilmente puede proyectarse a nuestros días, especialmente en cuanto se refiere al Partido Liberal.   

 

He aquí la última parte de la entrevista que mantuvimos con el doctor Caballero Aquino, quien se refiere a Gondra, su biografiado, y el enfoque que dio al texto.   

–¿Cómo se explica el surgimiento de hombres tan probos como Gondra en un país tan pobre y atrasado como el Paraguay?   

–No fue accidente. La Constitución Liberal de 1870 preparó el proyecto de un país serio con instituciones perfectibles. Nadie se atrevió a violar la Constitución y presentarse a reelección inmediata. Los golpes y asonadas eran en su casi totalidad por razones electorales. La Carta Magna también entronizaba a la educación como el medio seguro al progreso y la prosperidad. El director del Colegio Nacional tenía el segundo sueldo del Presupuesto, por debajo del presidente y por encima del vicepresidente y los parlamentarios. El liderato político buscaba delegar en los mejores la autoridad para gobernar. Por una fugaz década, entre el final de la Revolución del 22 y el de la Guerra del Chaco, el Paraguay fue gobernado por verdaderos estadistas como Luis A. Riart, Eligio y Eusebio Ayala y José Patricio Guggiari. Pero vino la guerra. Toda guerra crea héroes, y los héroes pronto se creen llamados a ser mesiánicos, y caímos al abismo autoritario y militarista del que comenzamos a salir solo en 1989.   

–En su obra, el Partido Liberal no sale bien parado. ¿Por qué?   

–La revisión documental de la época arroja un resultado patético. El Liberal no es un partido político, sino una agrupación de inclinaciones canibalísticas, implacables con el correligionario como nunca lo fueron con el adversario colorado. A Benigno Ferreira, liberal cívico, lo derrocan los liberales radicales Gondra y Jara; al radical Gondra lo hace morder polvo el radical Cecilio Báez; al radical Manuel Franco estuvo a punto de derrocar el radical Eduardo Schaerer; Franco se salvó de perder el poder por una muerte repentina; al saco puku Gondra lo manda al exilio el mismo Schaerer, saco mbyky, cierto, pero teóricamente también liberal. A José P. Guggiari, el 23 de octubre de 1931, lo destroza su correligionario y primo hermano Modesto Guggiari. El odio entre hermanos liberales es solo comparable al existente entre musulmanes chiies y sunitas. En el libro tuve que parafrasear a Stroessner, quien hizo lo mismo con Perón para decir que, en el Paraguay, para un liberal, no hay nada peor que otro liberal. Es exagerado, pero no tanto.   

–¿Qué fue de la admirada biblioteca de Gondra?   

–Su excepcional biblioteca de 10.000 libros, 270 mapas y 20.000 manuscritos está al servicio del conocimiento mundial en la Biblioteca "Nettie Lee Benson", de la Universidad de Texas. Pude visitarla durante mis estudios posdoctorales en esa universidad, y está impecable. La Colección de Manuscritos se llama "Gondra" y es muy visitada. Algunos deploran que se haya ido, pero no hay que olvidar que acá solo tenemos rubros para sueldos de correligionarios en el gobierno, nunca para mantenimiento; por eso está mejor allá lejos, pero conservada y disponible como la de José Segundo Decoud en la Biblioteca Wagener de Harvard.   

–¿Cuál fue el mayor legado de Gondra al Paraguay?   

–Para mí, la idea de excelencia en todo lo que hacía. Careció de todo complejo de inferioridad, acometió contra gente más renombrada y lo hizo con suficiencia, sin grosería, aunque con sarcasmo sutil y diluido. Se destacó en todo lo que hizo. Cuando tuvo que combatir, fue un guerrillero feroz; como ministro de Guerra, persiguió y sofocó rebeliones. Llegó a comandar un navío de guerra, el "Adolfo Riquelme", con el que se abrió paso a cañonazos. Nunca perdió unas elecciones. Como profesor, era un caballero de finos modales y hablar cadencioso; como diplomático, abrió puertas antes infranqueables para el país. Pero fracasó en la presidencia, a la que llegó dos veces "sin mover un dedo". La última vez, resultó electo estando lejos, en misión en los Estados Unidos. A su retorno, fue recibido en el puerto de Montevideo por el presidente uruguayo Baltasar Brum, y en Buenos Aires, por el gran Hipólito Irigoyen.   

–¿Debería también estar en el Panteón de los Héroes?   

–Méritos no le faltan, pero hay que respetar su última voluntad. Sus restos reposan en paz en la campiña entre Ypané y Villeta, donde transcurrió su niñez, por expreso pedido de él.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...