El destino de un obrajero de la guitarra

Aquel chico que, una madrugada, cuando tenía 13 años, tomó la guitarra y le desafió a un duelo de cacareo a una gallina, no podía imaginarse qué caminos tomaría su vida.

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Sin embargo, ese momento marcó su destino. De ese suceso nació la polca “Ryguasu kokore” que se convirtió en el sello de Efrén “Kamba’i” Echeverría. El gran guitarrista, dueño de un estilo único en la interpretación de la guitarra, falleció ayer a la madrugada, a la edad de 86 años.

Echeverría punteaba y se acompañaba al mismo tiempo. En alguna ocasión dijo que desarrolló ese estilo para no depender de otros músicos, y poder desempeñarse por sí mismo. Nació en Lima, departamento de San Pedro, el 4 de marzo de 1932. Era un autodidacta, que aprendió los primeros acordes de su padre, y transformó a la guitarra en un medio de traducción de todo lo que veía, desde aquella gallina que no le dejaba dormir hasta el coqueteo de una pareja en el juego del pericón. Todo Kamba’i traducía a través de la guitarra.

En su juventud trabajó en los obrajes de San Pedro, con los jangaderos del río Jejuí. Vino a Asunción buscando a su empleador que le debía tres meses de sueldo. No lo encontró pero fue quedándose por aquí luego de conseguir un trabajo de sereno. Conoció a Andrés Cuenca Saldívar, del dúo Vargas-Saldívar, y así se conectó con el ambiente bohemio de la capital.

En 1968 ganó en un concurso folclórico en APA, nuevamente con “Ryguasu kokore”, y luego conoció a Eladio Martínez, que lo impulsó en su carrera. A través de Eladio, conoció a Evelio Valdez, productor del sello Elio, que grabó sus composiciones, que se convirtieron en todo un éxito. Su primer LP fue editado en 1975, el cual incluye “Ryguasu kokore” y “Jagua’i karê”. En esos mismos años, actuaba en la peña Kuarahy, donde se presentaba junto con Óscar Gómez, Eladio Martínez, Santi Medina, Marcos Brizuela y Juan Cancio Barreto, a quien volvía a encontrar luego de varios años. Fue su alumno de guitarra en sus años de obrajero.

Echeverría siguió grabando y actuando, y continuaba con su trabajo de sereno. Era conocido en el ambiente musical, pero el reconocimiento artístico no se transformaba en una mejor condición económica. Su singular estilo de interpretación sería reconocido en su justo sentido desde mediados de los 90. Guitarristas de todos los estilos reconocerían la gran calidad artística del sampedrano, desde Rolando Chaparro hasta Berta Rojas, justo cuando sus manos ya no respondían como en sus años mozos. Los años de bohemia empezaban a emitir sus cuentas. En 2005, a Kamba’i tuvieron que amputarle una de las piernas. El guitarrista pudo encontrar un estilo más sereno de interpretación, menos rápido pero siempre pícaro y muy expresivo.

Su estilo fue rescatado por sus alumnos. La guitarrista Tania Ramos transcribió sus obras a partitura. Su nieto Toto González también desarrolló su estilo. El año pasado, se lanzó el disco “Las guitarras de Kamba’i” con varios jóvenes guitarristas tocando al estilo del gran Echeverría.

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