El departamento del Alto Paraguay –el más pobre y marginado del país– está por fin de parabienes. Hasta hoy no tiene un solo metro de ruta asfaltada en sus 82.349 kilómetros cuadrados, pero empezará a tenerlo entre el 15 y el 20 de julio próximos. En efecto, tras largas dilaciones en el proceso de contratación, ya se están colocando las primeras cargas de piedras que servirán de base a la capa asfáltica del tramo de 227 kilómetros entre Carmelo Peralta (Alto Paraguay) y Loma Plata (Boquerón), parte del llamado Corredor Bioceánico. Su pavimentación concluiría dentro de tres años, a un costo de 421 millones de dólares, estando previsto que a fines de septiembre ya estén asfaltados doce kilómetros próximos a la primera localidad.
Aparte de que el citado corredor fomentará notablemente el desarrollo chaqueño, es de señalar la gran importancia que tiene el inicio de dichos trabajos para ir redimiendo al Alto Paraguay del triste y secular abandono en que se halla sumido por culpa de la desidia y de la corrupción de las autoridades locales, departamentales y nacionales.
Es comprensible que, como informó el corresponsal de nuestro diario, Carlos Almirón, el acontecimiento haya generado una gran expectativa en los pobladores de este castigado departamento, especialmente en los de la parte sur, pues si se cumpliera con el cronograma contractual, dentro de un par de años ya no quedarían aislados del país cada vez que llueva. Valga como ejemplo del drama que supone no contar con una ruta transitable en todo tiempo que en 2016, en el tramo antes referido, hubo que apelar a un helicóptero de la Fuerza Aérea para rescatar a 33 pasajeros de un ómnibus allí atascado por cinco días. Otro episodio ocurrido en los últimos meses mostró cómo la paupérrima infraestructura vial causa el aislamiento de algunas comunidades, no solo del resto del país, sino dentro mismo del Alto Paraguay: los habitantes de tres comunidades quedaron incomunicados con el resto del departamento porque los caminos quedaron inundados, debiendo recurrirse a un avión de la Fuerza Aérea, que aterrizó en pistas de firmas ganaderas, para hacerles llegar alimentos. A propósito de pistas, solo la de Fuerte Olimpo es operable en todo tiempo, luego de haber sido “cementada” el año pasado. En consecuencia, ya no sería preciso, pues, transportar por lancha al Brasil a pacientes que no pueden ser atendidos en el precario hospital local.
Es obvio que la falta de rutas y caminos adecuados también atenta contra la comercialización oportuna del hato de más de dos millones de reses con que cuenta el departamento, cuyos dueños crearon una Asociación de Caminos del Alto Paraguay, dotada de equipos viales, para cubrir la “ausencia del Estado”.
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La incomunicación del departamento no es el resultado de catástrofes naturales, sino políticas, entre las que se destaca la elección de unos gobernadores y concejales voraces. Ninguno de los jefes departamentales que han pasado desde la descentralización territorial –Tarcisio Sostoa, Óscar Alvarenga, Bernardino Garcete, Sergio Valinotti, Vidal Benítez, Nildo Penayo, Erasmo Rodríguez, Rosalba Penayo, Justo Fernández y Marlene Ocampos, todos colorados– ha descollado por una gestión honesta y eficiente, sino más bien por todo lo contrario. La última –hoy diputada– está bajo la lupa del Ministerio Público por el presunto delito de lesión de confianza en el uso de royalties y de dinero del Fonacide, cuestionado en un informe de la Contraloría General de la República. Se recordará que su antecesor en el escaño, el exdiputado y próspero empresario José Chamorro (ANR), había cobrado más de 250 millones de guaraníes por “gestionar” un desembolso de royalties para la Municipalidad de Puerto Casado. Así se ha ido desplumando a este alejado departamento.
Parece claro que los electores del Alto Paraguay se han venido equivocando al elegir a sus gobernadores, concejales departamentales y diputados. El error es atribuible, en gran medida, a la ignorancia y a la miseria generadas, precisamente, por la corrupción y el aislamiento. Los políticos contribuyen a satisfacer sus pequeñas necesidades personales y familiares para cosechar sus votos, pero después se olvidan de ellos, especialmente tras cobrar los fondos asignados para obras o servicios en las comunidades.
Los sucesivos Gobiernos se han olvidado de ellos. Para que puedan vencer el atraso es necesario que superen la incomunicación que no solo frena el desarrollo económico, sino que también puede causar la muerte cuando los centros sanitarios se vuelven inaccesibles con las lluvias o carecen de personal, insumos y medicamentos. En tal sentido, es plausible que el actual Gobierno haya informado que en el Chaco se están realizando o serán realizadas obras viales por un valor total de 2.500 millones de dólares, entre las que se incluyen el Corredor Bioceánico y el puente Carmelo Peralta-Puerto Murtinho (Brasil). Es decir, también el Alto Paraguay sería atendido por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), lo que hará que esa alejada región deje de seguir estando tan postergada. Desde luego, también habría que atender las serias dificultades de otras zonas del departamento, como aquella en la que viven los pobladores de Toro Pampa, a 65 km de Fuerte Olimpo, que en 2015 realizaron una jornada de protesta exigiendo el arreglo de los caminos.
Excelente noticia es, pues, esta para el Alto Paraguay. Por ello, cabe confiar en que las tareas iniciadas entre Carmelo Peralta y Loma Plata concluyan dentro del plazo estipulado y, por supuesto, que no se generen los habituales sobrecostos que enriquecen a vialeras y funcionarios públicos deshonestos. Habrá que prestar mucha atención a los trabajos del consorcio Corredor Vial Oceánico y a los fiscalizadores del MOPC. Es de desear que la obra beneficie a los pobladores y transeúntes y no a los sinvergüenzas de siempre.