Los asentamientos indígenas rurales tienen más espacios y monte para pasar el tiempo, mientras en las comunidades urbanas del Chaco Central se encuentran en desventaja, por su espacio limitado, la escuela cerrada y muchos padres sin trabajar.
El portón de acceso a la comunidad urbana Cacique Mayeto, de Filadelfia, está cerrado. En el lugar viven 280 familias de la etnia Enlhet; son 810 personas. Solo pueden salir y entrar algunas personas.
Esta medida es principalmente para los comerciantes ambulantes procedentes de diversos puntos de nuestro país con la intención de vender artículos varios.
“Tratamos de quedar aislados como comunidad y explicar esto a las familias”, según la vicelideresa Griselda Herman.
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Las familias de la comunidad tienen un techo seguro, aljibes, tinglado multiuso, iglesia, escuela y una cancha de fútbol. Actualmente, todo es diferente en el lugar y el principal trabajo de los líderes es explicar el por qué del aislamiento social y gestionar la provisión de víveres.
Griselda, quien es madre de una niña, dijo. “Como lideresa, les estoy explicando constantemente a las mujeres de mi comunidad que se queden en casa para que cuiden a sus familias, porque es muy importante cuidar nuestras familias”.
También les explica a las madres que los niños no deben ir a jugar; que traten quedarse en casa, “porque siempre hay algunos que quieren ir a jugar fútbol”.
Griselda trabaja conjuntamente con el líder principal de la comunidad, Rodolfo Klassen, para que los víveres lleguen a la población “porque las familias ya no tienen comida, unas 150 personas dejaron de trabajar”.
Las familias les piden alimentos a los líderes y a ellos les toca gestionar los pedidos, principalmente ante la Municipalidad de esta localidad.
