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González Aponte, que hace cinco años quedó ciego, vive en el barrio San Antonio. Allí recordó aquel naufragio. El 10 de febrero de 1978 don Eligio trabajaba en una estancia ubicada en la zona de Puerto Kemmerich (aguas arriba del puerto de Concepción). Se dirigió a la costa para aguardar la llegada del barco Miryam Adela, ya que tenía que recibir una encomienda para la hacienda.
Dijo que eran alrededor de las 19:00 cuando vio al barco, a unos 1.000 metros de distancia. Pasaron pocos minutos y cayó un aguacero. Luego hubo un fuerte viento que llevó por delante todo lo que encontraba a su paso.
El temporal duró unos minutos y después se escucharon los gritos que venían desde el río. Rápidamente se acercó a su canoa en ingresó al río para verificar lo que ocurría. A unos 50 metros de la costa encontró a un hombre nadando y fue el primero en subir a la canoa, que tenía seis metros. Eran muchas las que pedían auxilio, pero don Eligio se acercaba a quienes veía en peores condiciones, según rememoró. Se veía personas por todos lados; el viento los había arrojado del barco en distintas direcciones, dijo.
Alzó en la canoa a unas 13 personas y ya no pudo rescatar a otras que pedían socorro, porque la canoa ya estaba llena, señaló. Luego de dejar a los sobrevivientes en la costa volvió y salvó a otras 12 personas, hombres y mujeres. “No logré rescatar a ninguna criatura”, recordó con tristeza. Según él, hubo un centenar de muertos, no 60 como indican los registros oficiales.