Poco después de las 10:00 de ayer, los guardiacárceles de la Penitenciaría Nacional de Tacumbú recibieron la alerta, de parte de los reos, de que el médico estaba colgado del cuello con una sábana sujetada por una de las vigas de la celda.
El hecho ocurrió en el sector denominado Admisión, donde generalmente quedan entre 15 y 45 días los presos que ingresan al penal, mientras se adaptan al régimen carcelario y buscan un pabellón definitivo para vivir.
Inmediatamente después corrieron rumores de que en realidad se trató de un asesinato y que incluso hubo un abuso previo. En síntesis, se dijo que el médico fue violado y que después se armó la escena de su muerte.
A raíz de este elemento el cuerpo de González fue derivado directamente a la Morgue Judicial, en el barrio Sajonia de Asunción, donde un grupo de profesionales encabezados por la fiscala Mercedes Cañiza y el forense Pablo Lemir, inspeccionaron minuciosamente el cadáver.
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Finalmente, Lemir y la agente Cañiza confirmaron ayer que efectivamente el médico Aldo Ariel López González se quitó la vida y que no se detectaron indicios de violencia.
Lo extraño es que los profesionales detectaron en un muslo un orificio de una aguja, como si se hubiera inyectado algún tipo de sustancia. Ese rastro data de apenas tres días antes de la muerte, que podría ser justo antes o justo después de que presuntamente matara a su novia, si es que fue así.
De hecho, Mayra también tenía un rastro de inyección en un tobillo, algo que se descubrió solo cuando se hizo la autopsia.
