La Escalinata monumental!...

Así lo definió “El Diario” en su edición del 8 de setiembre de 1926 a la Escalinata de Antequera con motivo de su inauguración. Hasta hoy sigue siendo uno de los monumentos más originales y hermosos de Asunción. Simboliza la gesta de la Revolución de los Comuneros y ocupa una de las legendarias siete colinas, el “Cerrito”.

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Este fue el lugar elegido por el intendente Miguel Ángel Alfaro, quien gobernó Asunción de 1924 a 1927, para dar solución a la irregular topografía del terreno que ocasionaba serios problemas a la ciudad. Entre ellos, se generaban grandes raudales que se precipitaban hacia la bahía con toda la fuerza de su caudal, erosionando calles y veredas.

En el “Cerrito” también se levantaba ya al momento de la construcción la Villa Lina, hoy sede del Museo de Arte Sacro de la Fundación Nicolás Latourrette Bó, según las fotografías de la época. Esta señorial villa, sumada a la escalinata, le confieren a Asunción estilo y aires europeos. Incluso, la escalinata está inspirada en la Piazza Spagna de Roma.

Antes de la obra, entre las rocas desnudas del lugar también había abundantes matorrales y plantas de araticú-í. De sus laderas fluían manantiales que luego alimentaban los arroyos.

La construcción de la escalinata de la calle Antequera había sido dispuesta por Ordenanza 1651 del 8 de mayo de 1926 y la columna honoraria fue establecida por Ordenanza 1693 del 19 de julio del mismo año.

Según el proyecto original, la escalinata debió estar bordeada de un amplio espacio verde con palmeras indígenas. La idea era “expropiar a ambos costados la extensión de tierras necesarias para la construcción de obras de jardinería en plano inclinado y así darle la mayor visibilidad al monumento y una más amplia armonía con sus dimensiones”, dice la “Historia Edilicia de la Ciudad de Asunción”, editada por la misma Municipalidad de la Capital a fines de los años ‘60.

Sin embargo, esto nunca ocurrió, pues el lugar fue urbanizado por los sucesivos intendentes que tuvo Asunción que hasta permitieron la construcción de un edificio a los pies de la escalinata. Ya el intendente Alfaro se quejaba de la falta de continuidad de los proyectos urbanísticos en Asunción.

“Personalmente el intendente Alfaro dibujó la estatua de la Victoria que corona la columna y lo hizo poniéndole de módulo a su hijo mayor Antón Alfaro, que tenía entonces 12 años”, relata el Arq. Eduardo Alfaro, nieto del ex intendente, al señalar que esta anécdota siempre se transmitió de boca en boca en la familia.

Finalmente, la obra artística fue realizada por el escultor argentino de origen italiano Luis Perlotti, refiere Luis Verón en su libro “La ciudad de Asunción y sus intendentes”. Así quedó inmortalizado en Asunción el “primer grito de libertad en América”.

Los buenos intendentes

La ciudad de Asunción ha tenido muy buenos intendentes entre 1915, desde Vicente Rivarola, hasta 1940 con Fernando Cazenave Pagano. La seguidilla no se rompió, ni siquiera con la Revolución de Febrero de 1936, recuerda el Dr. Pedro Gamarra Doldán.

Incluso, agrega que en la época de la Dictadura de Stroessner se dieron varios intendentes interesantes que hicieron muchas cosas por la Capital de la República como Gustavo Storn, Nicolás de Bari Flecha Torres, el Gral. César Gagliardone y el último gran intendente Gral. Porfirio Pereira Ruiz Díaz.

“Ahora no pasa un mes sin que no veamos en la ciudad una destrucción valiosa: La casa del Ing. John Whyt Head, el Ing. en jefe de los López, fue demolida en uno de sus corredores en México e/ Rodríguez de Francia y Colombia. La casa del Dr. Cornelio Jiménez, de estilo art noveau catalán, demolida hace unos 10 años, frente a la Embajada de Estados Unidos”, menciona.

“En parte es culpa nuestra porque no apoyamos debidamente a instituciones como Preservación del Patrimonio. Parece que en el fondo odiamos Asunción”, dice la reflexión de Gamarra Doldán.

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