En este sentido, la docente Estela Meza, viuda del subcomisario Erven Lovera, expresó su dolor por la falta de apoyo de las organizaciones de defensa de los derechos humanos y representantes de la iglesia católica que brindan su apoyo a los ahora condenados por el crimen de su esposo y otros camaradas caídos en servicio.
“Yo, gracias a Dios, trabajo, siempre trabajé, pero entre las viudas hay señoras que no tienen trabajo, y en el tiempo (1 año por la burocracia) que les costó cobrar el sueldo de su marido vivieron de ayuda de otros, pasaron muy mal. Y ahí no apareció ni un “pa’i”, ni una sola monja, nadie se acercó a ninguna de ellas ni a mí a ver si necesitábamos ayuda espiritual, psicológica, trabajo o para saber si teníamos qué comer o cómo estaban mis hijos y eso duele mucho”, expresó, tras comentar que la Policía les dio asistencia psicológica.
“Parece que la sociedad sólo ve que la Policía es la parte mala y no se da cuenta que detrás de ese uniformado hay una familia. Ellos fueron de apoyo nada más, los que tenían que estar ahí eran la fiscala y la asistente; mi esposo estaba en otra jurisdicción, ellos entraron, ellos fueron la carnada. Cuando me pongo a pensar y me da una impotencia... Yo quiero que se pongan un poquito en mi lugar. No por ser policías no son humanos. Nosotros también tenemos sentimientos, no es fácil. Habrá mucha gente corrupta pero no todos son iguales”, expresó.
Comentó que no hay un departamento que se ocupe de proveerles víveres periódicamente sino que para acceder a dicho beneficio deben acudir al Ministerio del Interior, solicitar audiencia, entrevistarse con el comandante para hacer el pedido.
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“Es como andar mendigando y la verdad, entre pagar una reemplazante, pasaje y demás, cuesta”, dijo.
