Acabo de leer que Manuel Modesto Esquivel, director de la Dirección General de Correos en la época de la dictadura de Alfredo Stroessner, dijo que los simpatizantes del exdictador quieren ser indemnizados por el Estado a causa de los atropellos de que fueron víctimas durante el gobierno de Andrés Rodríguez. “Estuvimos cinco años en el calabozo, ninguna presentación que hacemos se considera, fueron rechazadas (sic)”.
Modesto Esquivel, apodado “el morocho republicano” por los “contreras“, con tales declaraciones se puso a la altura de sus mejores momentos de gloria. No podíamos esperar otra cosa de él que un pensamiento tan cuidadosamente deshilvanado. Si él quiere una indemnización por haber estado cinco años en un calabozo, ¿cuánto tendría que haber pedido el capitán Napoleón Ortigoza por haber estado preso en una mazmorra pestilente, durante veinte años acusado de un crimen que no cometió? Así el régimen ocultaba la muerte del cadete Alberto Benítez ocurrida en las cámaras de tortura, soporte esencial del poder del tirano.
A fines de los años sesenta o comienzo de los setenta –no puedo precisar la fecha– estaba de guardia en la redacción de ABC Color cuando alrededor de la una de la siesta vinieron tres estudiantes del Colegio Nacional de la Capital. Se sentaron frente a mi mesa: querían publicar una convocatoria de asamblea para llenar los cargos directivos de una federación de estudiantes que hacía tiempo se encontraba acéfala. La misma comenzaría al día siguiente a las siete de la mañana y, de no haber quorum, se iniciaría media hora más tarde con quienes estuvieran presentes. De los tres, el que estaba en el medio era Manuel Modesto Esquivel.
A qué hora tendría que despertarse un estudiante para enterarse de tal convocatoria, ir a su colegio, reunir a los compañeros para elegir un delegado y tenerlo en el Colegio Nacional a las siete de la mañana. Como era de esperar, nadie estuvo presente. A las 7:30 se inició con los presentes y minutos después era electo presidente Manuel Modesto Esquivel y una directiva que formó con sus amigos. La federación estaba ya dispuesta a llevarle su adhesión al “primer estudiante de la República” y adherirse a todas sus obras de gobierno. Así comenzó su ascensión en el mundo político. Pero no llegó muy lejos ya que ser director de Correos, una institución en total decadencia, no era un sitio muy tentador.
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Su disparatada propuesta está a la altura de aquellos discursos que pronunciaba alabando al dictador. Si quiere indemnización me gustaría preguntarle si los miembros del gobierno dictatorial de Stroessner –muchos siguen viviendo– o el partido que sostuvo, alentó y defendió casi cuatro décadas de dictadura, están dispuestos a pagar indemnización a quienes fuimos despedidos de nuestros lugares de trabajo por ser “contreras“, a quienes no nos dejaron ejercer nuestra profesión, a quienes sufrimos prisión y ni qué decir a quienes sufrieron tortura y exilio. Ni hablar ya de los desaparecidos.
Manuel Modesto Esquivel: ha perdido usted una brillante oportunidad de quedarse callado. Gracias a su disparatada propuesta nos ha recordado que todavía existe, cuando lo teníamos completamente olvidado. Éramos tan felices pero no lo sabíamos.
jesus.ruiznestosa@gmail.com