Aun sin recibir asistencia o beneficios de los programas existentes en instituciones como el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), administración municipal y gobernación, una gran mayoría de estos humildes labriegos logran sobresalir con su producción y sobrevivir como pueden. Mientras, esas instituciones acumulan en proyectos millonarios fondos que no llegan a los verdaderos beneficiarios.
Un claro ejemplo de que la corrupción reina en este departamento es la construcción del MerCaaguazú, que tardó varios años para iniciarse.
El proyecto generó una gran expectativa en la comunidad, pero terminó por decepcionar hasta a los más confiados, pues según el plan esta obra sería el salvamento para los campesinos que no logran ubicar sus productos.
El lugar elegido para asentar el centro de abasto frutihortícola hoy sólo es un campo desolado con una precaria construcción abandonada.
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Presupuestaron varios millones de guaraníes para que se lo pueda poner en marcha y favorecer a trabajadores del campo. Pero a juzgar por el estado de la “megaobra”, finalmente los desembolsos fueron a parar en los bolsillos de las autoridades y sus secuaces corruptos.
Muchos hoy se lavan las manos y dicen que no tienen nada que ver, pero lo concreto es que el MerCaaguazú, así como está actualmente, es solo un enorme foco de corrupción mediante el cual se enriquecieron unos pocos, que robaron la esperanza de los que más necesitan y merecen trabajar con mejores condiciones.
Como si no bastara el engaño a las familias rurales, se suman las obras de pavimento pétreo en las que se utilizaron incluso recursos de Fonacide, y que hasta hoy están paradas. Los fondos salieron de la Gobernación de Caaguazú.
Por ello, cabe preguntar: ¿dónde está la plata?
carmen.colman@abc.com.py