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Hazte de fama…

Cuenta el viajero francés De Bougade la Dardye, quien estuvo en nuestro país en la segunda mitad del siglo pasado, que la fama de nuestro país en Europa no era la más favorable –ya en esa época, aunque por motivos diferentes a los de hoy–.

Decían que era imposible vivir por culpa del calor –ninguna novedad–, por los mosquitos –tampoco–, los tigres, las serpientes venenosas, arañas, fiebres, etc. En fin, un rosario de maldiciones.

No faltó quien creyera a pies juntillas infundios como que no pasaba un día sin que un tigre dejara de atacar las ciudades, a tal punto que alguna vez desembarcaron en el puerto asunceño “cinco jóvenes franceses, armados hasta los dientes (…) con el fin de ofrecer sus servicios para liberar a la ciudad de todos los tigres que la infestaban…”.

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Pobre gente

Según el coronel George Thompson, las raciones distribuidas a los soldados paraguayos durante la Guerra de la Triple Alianza “era una vaca para 80 hombres, y cuando escaseaba la carne, para 200. Sin embargo, esto sucedía raras veces…”. Bueno hasta cierto momento, porque después ya no se distribuía, porque ya no había. “Recibían mensualmente una libra de yerba, un poco de tabaco, sal y maíz cuando había para hacer con él alguna sopa.

Durante la guerra, la sal era escasísima y su falta era la que más se sentía, y ha costado al Paraguay miles de vidas; millares han perecido igualmente por falta de alimentos vegetales, que habían sido la base de su alimentación hasta que entraron al Ejército, donde no se comía sino carne cansada y flaca. Los soldados recibían una ración y los oficiales, dos; los jefes de campo, cuatro, y los generales, ocho”.

Bailes de salón

Se presume que a comienzos del siglo XVIII llegó a América una danza muy popular en Europa: el minué, que, según antiguos cronistas, se bailaba de tres maneras diferentes: el minué liso, ceremonioso y aristocrático; el figurado y el de la corte.

También de la misma época data la introducción de otras modalidades de baile, tales como la contradanza, la gavota y el paspié.

Algunas obras masónicas

La masonería es una entidad sobre la cual han discurrido más leyendas que verdades. Su fama no es de las más simpáticas, fruto del poco conocimiento que de ella se tiene. Claro que la misma institución, al actuar de manera muy cerrada en relación con el resto de la sociedad, contribuyó a dicha antipatía.

Si bien la lista de realizaciones que pasamos a detallar no fue tarea de la masonería como entidad, sino fueron masones los que las llevaron adelante:

La Revolución francesa (el lema masónico de igualdad, libertad, fraternidad fue enarbolado por los revolucionarios).

Participaron de la emancipación de varios países americanos (Bolívar, San Martín, Miranda, etc.).

Abolieron la esclavitud en el Paraguay, luego en el Brasil.

La fundación de los dos partidos políticos tradicionales paraguayos.

La fundación de importantes entidades culturales (Colegio Nacional, Universidad Nacional de Asunción, Gimnasio Paraguayo, Instituto Paraguayo, Ateneo Paraguayo, etc.).

La fundación del primer Asilo de Caridad paraguayo, 1869.

La fundación de clubes sociales y deportivos: Mbiguá, Deportivo Sajonia, Olimpia, Liga Paraguaya de Fútbol, etc.

Apoyaron la creación del Arzobispado de Asunción, en 1926.

Varios masones integraron la Legión Civil Extranjera, durante la Guerra del Chaco.

El templo masónico de la calle Palma funcionó como hospital de sangre durante la guerra contra Bolivia, etc.

Una comida americana

Según numerosas crónicas que hablan de las costumbres alimenticias de los pueblos indígenas, una comida común en toda América del Sur, desde la región caribeña hasta la rioplatense, es el pan que conocemos como mbeju.

Su nombre varía según los lugares. Así tenemos que en las Antillas en el norte del subcontinente le llaman mbeju, meju, casavi o casave, etc…

De Asunción a Santa Fe

Un antiguo camino colonial era el llamado “camino de las vacas”, que, partiendo de la capital provincial, pasaba por la reducción jesuítica de San Ignacio Guasu, cruzaba el río Paraná a la altura de Campichuelo/Candelaria o a través de la isla Apipé y llegaba a Corrientes. Desde aquí bordeaba el Paraná hasta la desembocadura del Colastiné, donde se cruzaba en barcas y canoas hasta el punto final del viaje.

surucua@abc.com.py