OBLIGADO, departamento de Itapúa (Juan Augusto Roa, de nuestra redacción regional). La producción lechera nació con el objetivo de dar una alternativa a los pequeños y medianos socios productores quienes debido a las reducidas dimensiones de sus tierras no tenían condiciones de ser competitivos en los rubros agrícolas tradicionales, como soja, trigo y maíz, entre otros, explicó el gerente general de la CCU, licenciado René Becker Dietze.
Una vez concebida la idea y aprobada en Asamblea General de socios se realizaron los estudios de factibilidad para la instalación de una planta láctea y se creó un Comité de Proyecto Lácteo, a cuyo frente estuvo el licenciado Arnildo Schneider.
Como todo emprendimiento de la cooperativa, se buscó a los mejores técnicos que tendrían a su cargo asesorar en la iniciativa.
Se contrató a un veterinario especializado en los Estados Unidos, el doctor Andrés González, y dos técnicos en inseminación que fueron los que comenzaron las tareas de mejorar los planteles de ganado lechero de los asociados.
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Mientras se trabajaba en mejorar las condiciones de producción de los asociados, el comité creado para impulsar el proyecto, realizaba las gestiones para la construcción de la futura planta y los equipamientos necesarios, como tanques, camiones de acopio y la importación de vacas lecheras.
Entretanto, se hizo un censo entre productores de leche de Cambyretã con el objetivo de determinar el volumen de ventas del producto en el mercado encarnaceno y un censo sobre el nivel de comercialización en el mercado encarnaceno, que era el objetivo más cercano.
A principios de los años 90 el mayor volumen de leche se distribuía casa por casa, directamente del productor al consumidor en forma de leche cruda, precisó.
“Una vez que tuvimos la primera producción de leche, que al principio era la leche pasteurizada, me convertí en el primer vendedor de leche. Para hacer conocer el producto y el hábito de consumo de la leche pasteurizada, un producto desconocido en el área rural de las Colonias Unidas, con el entonces encargado del área de Educación Cooperativista de la CCU, Eugenio Closs, recorríamos escuela por escuela haciendo probar los productos a los alumnos”, relató.
A bordo de una camioneta con la carrocería llena de enormes conservadoras de tergopol repletas de leche pasteurizada recorrían las escuelas y también llegaban al mercado encarnaceno.
“Hacíamos un viaje a la mañana, reponíamos al mediodía en la industria y nuevamente por la tarde hacíamos el reparto. Volvíamos ya a la noche y ahí, nuevamente, tenía que ir a Encarnación a la facultad”, recuerda.
La incorporación de camiones con cámaras refrigeradas cambió la situación, y permitió un salto en materia de comercialización y el volumen de ventas, resaltó.