Jeguakáva tenonde porãngue’i

Cargando...

Los mbya guaraní de la comunidad Vy´a Renda  

El nombre ya es en sí mismo una esperanza: vy´a renda, ‘lugar de la alegría, de la felicidad’. A pesar de las penurias, hay allí optimismo, a pesar de la miseria, hay esperanza; a pesar de los problemas de todos los días, nuestros hermanos mbyá guaraní nos acaban de dar un mensaje claro y prístino: la dignidad humana no se vende.   
   
Más conocidos con el nombre de mbya o mbya guaraní, el nombre que ellos se dan a sí mismos en sus tradiciones es jeguakáva o jeguakáva tenonde porangue’i, "los primeros hombres escogidos que llevaron el adorno de plumas. Jeguaka era el adorno de plumas para la cabeza que usaban los representantes masculinos; jeguakáva, en el vocabulario religioso designa al hombre mismo, a la humanidad masculina.   

En nuestros días, el jeguaka tal como era en la prehistoria, ha dejado de formar parte de su vida cotidiana, pero evidentemente sigue allí cual tácita y honrosa corona de laureles, en señal de la dignidad que les adorna y que ha iluminado recientemente a la comunidad Vy´a Renda de Concepción.   

La riqueza del idioma guaraní nos permite definir vy´a como ‘alegría, felicidad’, mezcla de sensaciones positivas que se traducen en un sentirse plenamente bien. Vy´a renda: el espacio en el cual uno se siente bien. Y ha de ser así, porque sus moradores tienen un alto sentido de la dignidad, a pesar de los desafíos cotidianos que enfrentan en la lucha por sobrevivir.   
   
La vida de los habitantes primigenios del Paraguay, y la de sus descendientes, se ha desarrollado —desde siempre— en un marco de incomprensión desde el momento mismo en que se produce su contacto con el "civilizado" blanco, el conquistador y colonizador europeo. Esto ha sido así en todo el territorio americano, desde las heladas regiones septentrionales de América del Norte hasta Tierra del Fuego, al Sur.   

Miremos solamente nuestra región sudamericana, y bajemos la lupa sobre el territorio paraguayo, específicamente sobre nuestra Región Oriental. Desde la Amazonia llegan a las enmarañadas y tupidas selvas de la Región Oriental, grupos humanos que se ubican en territorios delimitados por elementos naturales, principalmente ríos y cerros. Grupos étnicos del tipo protomalayo mongoloide —de baja estatura, cabeza redonda, piel olivácea, ojos oscuros, pliegue interno del párpado que da la sensación de oblicuos, cabello oscuro y lacio, escaso vello en el cuerpo y pómulos salientes. De cultura neolítica, habrían ingresado originalmente al continente americano probablemente a través del istmo de Panamá, distribuyéndose desde allí hacia Colombia, Venezuela, el Caribe y toda la extensa región de la cuenca del Río Amazonas. Avezados canoeros surcan los ríos buscando tierras propicias para establecerse.   

A lo largo de la margen izquierda del Río Paraguay se ubican estos amazónidos o amazónide conformando 14 guarás, entre ellos los guarambarenses, tobatines, itatines, etc. (Con el guará de los carió se encontraron Juan de Salazar y sus compañeros españoles, que cansados y hambrientos venían de la Buenos Aires devastada, y para su felicidad encuentran diversidad de frutos de la tierra, carnes y gente hospitalaria y amistosa, que comparte con ellos su comida, su tierra y también sus mujeres).   

Por otra parte y del mismo modo, otros amazónide —con una organización social diferente— vienen desplazándose del Noreste y se ubican en las cuencas de los ríos, hasta llegar a la cuenca del río Paraná. Son los proto mbya o primeros mbya.   

La antropóloga Branislava Susnik explica que de la fusión de los mbya y los carió surge hacia el año 500, la nación guaraní.   

Los mbyá vivían en comunidades pequeñas —comparando con los carió— con una o hasta dos casas comunales óga guasu, con 30 a 50 familias cada una. Estas viviendas se disponían alrededor de un espacio central en el cual realizaban diversas actividades. Esta comunidad o tey’i contaba con un jefe, el tey’i ru.   
  
El choque de la cultura del hierro con la cultura del maíz  

El tekoporã original de la nación guaraní, la vida simple y en contacto con la naturaleza, su hábitat, se ha ido transformando en un tekoachy, la vida mala, enferma, no deseada, dentro de un espacio limitado, hostil y egoísta. ¿Qué injusticias no han padecido desde su encuentro con el blanco, desde que se produce el choque de culturas? De lo que podría llamarse el choque de la cultura del hierro con la cultura del maíz, al decir de Branislava Susnik (Susnik, 1982).   

Usurpación de las tierras que ocupaban desde tiempos ancestrales, los pueblos originarios —tierras y ocupantes— pasan al denominado sistema de las encomiendas, es decir, el reparto de tierras e indios a los colonizadores españoles, desde la época de Martínez de Irala. Los nativos que estaban en las misiones jesuíticas sufren también una expulsión indirecta y "diplomática" de los extensos y ricos territorios que ocupaban, como resultado de aquel decreto del año 1848 de don Carlos Antonio López que declara sin efecto las comunidades comunales. Con esto, cientos de familias indígenas deben abandonar sus misiones para ser ciudadanos libres, quedando en total orfandad. El Gobierno, entretanto, declara estas tierras como propiedad del Estado, a expensas del sufrimiento y abandono de sus verdaderos dueños, los jara teete: los guaraníes de las misiones jesuíticas, que quedan así a la deriva, sin tierras y sin alimento, como parias sociales, expuestos a la indiferencia general.   

Ocupación de sus territorios selváticos, siendo desplazados a la periferia, en nombre del "progreso". Injusto beneficio para unos pocos en detrimento de muchos.  Transformación, manipulación y destrucción de su cultura ancestral. Han ido perdiendo gran parte de su rico patrimonio cultural inmaterial, sus cantos sagrados, sus ñembo’e, sus sonidos.   

¿Y qué recibieron a cambio? Espejitos, baratijas, mentiras, persecuciones y cacerías, desprecio, incomprensión, pobreza extrema e indiferencia. Los indios de las misiones jesuíticas fueron violentamente arrancados por los bandeirantes para ser llevados y esclavizados en las factorías de nuestro gran vecino del Este, gracias a Antonio Raposo Tavares, héroe nacional en su país.   

Los silvícolas guayakíes fueron perseguidos, cazados y vendidos como animales desde siempre, y esto aún ocurría en las no muy lejanas décadas de los años 50 y 60.   

El oscuro manto de nuestra indiferencia los ha cubierto hasta hacerlos invisibles ante nuestra egoísta mirada; están allí pero no se los quiere ver. El grado de pobreza en que viven es vergonzante. Hoy, el 15% de los pobres del mundo es aborigen, según publicaciones del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas. "Los índices de pobreza entre los nativos son mucho más altos que en el resto de la población en varios países de América Latina, como en Paraguay, donde es 7,9 veces".

La comunidad Vy´a Renda, lugar de la felicidad  

Un carácter del hombre guaraní es su deseo de ser libre frente a otros pueblos, no depender de otros ni aceptar imposiciones a su libertad. Este orgullo como hombre libre lo manifiesta con la expresión "i-jára-ÿ", el que no tiene dueño. Debemos resaltar que la comunidad mbya Vy´a Renda, de Concepción, nos ha dado recientemente una muestra de esa libertad de la cual disfrutan y que les permite tomar decisiones autónomas, actos inesperados de solidaridad. Ellos hicieron lo que su teko guaraní les dictó al no aceptar como regalo algo que representaba la humillación de toda una familia, en relación con el caso de Fidel Zavala. El líder Isidro Fernández se nos ha manifestado como un cabal tey’i ru porque se esfuerza en mantener los valores de su cultura guaraní, valores que se han ido transmitiendo como herencia de sus ancestros.   

A pesar de las penurias y humillaciones por las que han pasado a lo largo del transcurso del tiempo, a pesar de la persistente desintegración de su etos cultural y del desgaste y debilitamiento de su antigua manera de vivir, los mbya se esfuerzan por mantener su teko ava ete, y rescatar valores que hoy están ya casi olvidados o perdidos en el cauce del tiempo. Moderación, servicio a los demás, sentido de justicia son tendencias que están presentes en su noción de mborayu, que resume la ética colectiva. "Mborayu, la reciprocidad, es la expresión más profunda de la solidaridad tribal…. Respetar la ética social es el comienzo de la sabiduría...".  

No obstante ser parte de ese 15% de pobres del mundo y al mismo tiempo ser casi ocho veces más pobres que cualquier otro habitante del territorio paraguayo, simplemente los habitantes de Vy’a Renda no aceptaron un "regalo" que consideraron injusto. Los medios de comunicación nos mostraron su realidad cotidiana: la precaria vida que llevan sin agua, sin luz, y sin alimento suficiente para alimentar a las 33 familias que componen esta comunidad. Lo que para ellos es parte de su cultura, lo que forma parte de su forma de vida se ha ido perdiendo para otros, nosotros. La mayoría ni siquiera hubiera cuestionado si estaba bien recibir la carne que la familia Zavala debía obligadamente entregar como una "gentileza" del EPP, porque cuando el hambre aprieta no hay lugar para cuestionamientos. Sin embargo, estas 33 familias, lideradas por un hombre honesto, se preguntaron si estaría bien recibir como regalo algo a costa del sufrimiento ajeno, y la respuesta fue un NO rotundo y firme que resonó fuerte en la conciencia nacional.   

Ellos no tienen agua (tienen que caminar 3 km para traer agua sucia, no tienen ni siquiera los recipientes en qué traerla hasta su comunidad), deben ir a buscar y cazar animales silvestres para sobrevivir, no tienen luz, y además tienen que exponerse diariamente a los peligros de su entorno natural. Pero luchan y lo hacen con optimismo. He aquí una valiosa lección de vida, de amor al otro. Nuestro país necesitaba un ejemplo así de contundente, que ayude a levantar la moral nacional. Y los mby´a guaraní de Concepción, los jeguakáva tenonde porangue i nos lo han dado.   
  
La realidad que este pequeño poblado nos desnuda es la situación de abandono —por parte de las instituciones responsables— en la cual viven, y que se repite en las más de veinte etnias desamparadas que subsisten en extrema pobreza en todo el territorio del Paraguay, hoy, enero del 2010. ¿Qué futuro les espera? Somos una sociedad pluriétnica y pluricultural, ¿cuándo lo asumiremos?  

Los mbya guaraní jeguakáva tienen todavía mucho que enseñarnos; abramos nuestros ojos y oídos, y principalmente nuestro corazón para recibir su legado, el cual ya nos lo revelan en este su canto, que busca alegrarnos en la esperanza. 

Escuchemos y entendamos:

"Ore ropytamíva, ore remiarirõ´i kuery, ñembopyta´i kuerýpe, roipota, yvy potyrã roguerojekuaa".

"Nosotros, los pocos que quedamos, nosotros todos, los abandonados,  queremos que se nos conozca como los que hacen florecer la tierra".

Arq. Sofía Gill de Escobar  
Docente de Historia de la Arquitectura en el Paraguay FADA-UNA
Enlance copiado
Content ...
Cargando ...