Por un lado están los que creen que la negociación en las binacionales es ininterrumpida, pero tácitamente aceptan que debemos seguir en lo mismo. A mi entender esto es una claudicación permanente. Se valen de dos situaciones de hecho, una corporativa y otra individual: una megaestructura administrativa que, necesariamente, debe estar “trabajando” para justificar su existencia y dar una imagen de laboriosos custodios de nuestra soberanía e intereses nacionales. La otra situación que los justifica personalmente son sus prerrogativas de verdaderos “barones de Itaipú”. Con las coimas disfrazadas de salarios, “gastos de representación” y beneficios de primer mundo han sostenido una de las entregas más infames y prolongadas de nuestra historia.
Mediante estos colegiados grotescos, el directorio ejecutivo y el consejo de administración, hemos perdido casi todo: nuestra esclusa de navegación, nuestra Subestación Margen Derecha (SEMD), nuestras líneas de 500 KV (construidas luego de más de 3 décadas), nuestros medidores de facturación, nuestras obras de infraestructura, rutas troncales, hospitales, escuelas..., que brillan hasta hoy por su ausencia.
En una de las muchas entrevistas hechas al Dr. Guillermo Sequera, pude escuchar algo que lo vengo sosteniendo hace más de dos décadas, nuestra pusilanimidad e inutilidad para propiciar el desarrollo regional. Dijo, palabras más o menos: “Lo triste es que el Alto Paraná no tenga una infraestructura mínima hospitalaria estando al lado de la gallina de los huevos de oro”, refiriéndose a la Itaipú.
Este grupo claudicante ha hecho estragos en nuestra economía y en nuestra sociedad. Hemos demostrado con fórmulas matemáticas las pérdidas inmensas que se tornan incalculables cuando se prolongan en el tiempo y en el espacio. Hemos enunciado esta situación utilizando dos fórmulas matemáticas: La Ecuación de la Equidad (02/09/2002) y en otra dentro de la Teoría de las Consecuencias (02/02/2020) en este mismo espacio. Jeffrey Sachs hizo lo mismo en sus cálculos del 2012 y Miguel Carter en el 2017. Todas son catastróficas.
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Pero eso no convence a los ingenieros de 60 hertz, apelativo impuesto, jocosamente, a los herederos de los “barones de Itaipú”. ¡Claro… ellos firmaron el Tratado y construyeron la gran obra de paz y progreso! Estos personajes que, probablemente escriben en este mismo espacio, siguen cantando loas al dictador con sus ideas entreguistas, con sus salarios y cargos pagados por el “sistema”. El “negocio del siglo” también es para ellos y sus herederos.
No son solo clientes de bancos locales, sino accionistas, y lo lograron mediante su permanencia en los cargos gerenciales por más de 20 o 30 años. Patearon el córner y fueron a cabecear ellos mismos en el área chica. Se creen superhombres y crearon la imagen de que son imprescindibles. Son insaciables, pero astutos. Son los verdaderos pillos y peajeros a los que sin querer describió el presidente Abdo Benítez. Al final, si los describimos sin pasión, son unos pobres fantoches bien remunerados que cuidan los intereses del “sistema”, que tiende a perpetuarse. Son caraduras y mentirosos, especialistas en usar galimatías para disfrazar sus estupideces. Creen que todavía Alfredo Stroessner está vivo y tratan de adularle o darle gusto con sus escritos, aún en su tumba. Pero henos aquí. Los enfrentaremos con tablas, con gráficos, con matemática sencilla o compleja, con documentos oficiales, publicados o filtrados del “sistema”. Los enfrentaremos con las leyes inmutables de la naturaleza y de la ciencia.
En este escrito solo quiero recordar a la opinión pública que estamos dos bandos bien definidos. Uno que cree -tal vez peca de idealista- que nuestra soberanía debe ser reivindicada y que en las binacionales podemos ganar más y donde deben primar la equidad, la transparencia y la justicia. Y están los otros que creen que todo fue bueno y que nuestro país debe continuar por la misma senda. Por nuestros frutos nos conoceréis.
(*) Exasesor del DGP de Itaipú de 2008 a 2012. Técnico Electricista e Ingeniero Agrónomo.
