Comensales

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A la hora de ubicar a los invitados, es fundamental establecer un orden o precedencia.

Si la comida que organizamos guarda una cierta formalidad y se presentan invitados de “compromiso”, como jefes o compañeros de trabajo, colegas de profesión e incluso algún político o personalidad relevante, se debe establecer el orden de precedencias correcto (posición en relación con su jerarquía o rango), que va a ser utilizado para colocar a los comensales en la mesa. Si el encuentro tiene carácter privado, la precedencia no tiene por qué ser la “oficial” . Puede establecerse un orden alternativo. Las señoras suelen tener mayor precedencia que los caballeros (por ello, se las sienta a la derecha de estos) y los mayores la tienen sobre los más jóvenes (y a ciertas edades, sobre las señoras también). Entre personas de edades similares, el sexo es lo que da mayor precedencia. En el caso de que sea una reunión con personas de una empresa, la precedencia se suele establecer en orden a los cargos ocupados por las mismas. Echando mano sobre el esquema jerárquico de una firma, ya tenemos hecho el orden de colocación de los invitados. El orden jerárquico de la entidad u organismo es la base de nuestro esquema de colocación sobre la mesa. Las damas que acompañan a los invitados varones ostentan el mismo rango que sus compañeros, no así los caballeros. Ellas no deben ser ubicadas en las esquinas o puntas de la mesa. En una cena o almuerzo de trabajo, la dama ocupará el sitio que le corresponde por su cargo o rango. Las personas que no coincidan con creencias religiosas o culturales no deben sentarse juntas para evitar posibles controversias. Los matrimonios, salvo que sean recién casados, no se sentarán juntos, pues la finalidad de una reunión es compartir con personas diferentes para intercambiar opiniones y con ellos ampliar el círculo de amistades. En ocasiones, resultará muy práctico colocar a la entrada del comedor un plano con la distribución de los invitados para que ellos mismos se ubiquen en el lugar asignado.

Reglas de cordialidad

Las damas se sientan primero; los caballeros pueden ayudarlas gentilmente retirando primero la silla y luego acercándola con cuidado hacia la mesa. Cada comensal debe sentarse en el lugar que se le haya asignado. La postura debe ser recta, pero sin una rigidez excesiva. Los codos nunca se apoyan sobre la mesa, solo los antebrazos. Quien desee algún condimento que no esté a su alcance debe pedir que se lo acerquen y no cruzar el brazo por delante del comensal vecino. Todo debe ser solicitado usando la palabra “por favor” seguido de “gracias”. Los cubiertos deben ir del plato a la boca y no permanecer levantados mientras se conversa. Comer en forma acelerada o ansiosa es incorrecto. Las alabanzas a la comida o a la bebida deben ser moderadas. Un comensal no debe abandonar la mesa antes que los demás. Si las circunstancias lo obligan, deberá presentar las debidas disculpas. Los teléfonos móviles o cualquier otro sistema electrónico de comunicación deberán ser desconectados. Quien no desee repetir un plato o que le sirvan más bebida debe manifestarlo en voz baja y no con gestos, como poner la mano sobre el plato o la copa. Las mujeres no deben retocarse el maquillaje en la mesa. El tono de voz debe ser moderado. Hablar solo con las personas más cercanas evitará elevaciones molestas para los demás. Se recomienda que la conversación no gire en torno a la política, la religión o las preferencias deportivas porque, por lo general, no existen coincidencias. Tampoco es aconsejable hablar de enfermedades, accidentes o desgracias en general; los temas de conversación deberían ser amenos, como por ejemplo, hablar sobre viajes, películas, videos, libros o música. Quien invita debe contemplar el gusto y las preferencias de los invitados y las dolencias, como alergias o diabetes, que requerirán de platos especiales.

Recuerde

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El pan se parte con los dedos, nunca con el cuchillo. Al terminar de comer, deje los cubiertos correctamente, paralelos uno al lado del otro, dentro del plato. Si se le cae la servilleta al suelo, no la levante, solicite su sustitución. Si los cubiertos en la mesa no serán cambiados entre plato y plato, déjelos reposar en el pequeño complemento llamado “posacubierto”.

“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”. (Benjamin Franklin)

Evite

Hacer alarde en la mesa de joyas, carteras, ropas y zapatos de marca. Fingir saber mucho de un tema si, en realidad, tiene poco o ningún conocimiento. Solicitar un recorrido por la casa, a menos que ese haya sido el motivo de la invitación. Usar o pedir palillos en la mesa. Llamar la atención con risas, gritos y gestos. Señalar a alguien con el dedo o levantar el dedo meñique al beber o fumar. Hacer gala de las relaciones, amistades o poder económico que se tienen con personalidades importantes. Acudir al evento con una persona que no ha sido invitada es de pésimo gusto. Una regla de oro de todo anfitrión es asegurarse de que las copas estén siempre colmadas.

audaroig@hotmail.com