Por regla general, las damas se sientan primero; los caballeros pueden ayudarla gentilmente retirando primero la silla y, luego, acercándola con cuidado hacia la mesa. Cada comensal debe sentarse en el lugar que se le haya asignado. La postura debe ser recta, pero sin una rigidez excesiva que denote impostación o impida gesto alguno. Los codos nunca se apoyan sobre la mesa, solo los antebrazos. Quien desee algún condimento que no esté a su alcance debe pedir que se lo acerquen y no cruzar el brazo por delante del comensal vecino. Todo debe ser solicitado por favor con las posteriores y consabidas “gracias”. Los cubiertos deben ir del plato a la boca y no permanecer levantados mientras se conversa. Comer en forma acelerada o ansiosa es incorrecto. Las alabanzas a la comida o a la bebida deben ser moderadas. Un comensal no debe abandonar la mesa antes que los demás. Si las circunstancias lo obligan, deberá presentar las debidas disculpas. Los teléfonos móviles o cualquier otro sistema electrónico de comunicación deberán ser desconectados y jamás colocarlos sobre la mesa. Quien no desee repetir un plato o que se le sirva más bebida debe manifestarlo en voz baja y no con gestos, como poner la mano sobre el plato o la copa.
Las mujeres no deben retocarse el maquillaje en la mesa. El tono de voz debe ser moderado, hablar solo con las personas más cercanas evitará elevaciones molestas para los demás.
Se recomienda que la conversación no gire en torno a la política, la religión o las preferencias deportivas, porque por lo general no existen coincidencias y pueden dar lugar a controversias.
Quien invita debe contemplar el gusto y las preferencias de los invitados y muy especialmente las dolencias, como alergias o diabetes, que requieren de platos especiales.
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Reglas de oro
El pan se parte con los dedos, nunca con el cuchillo. Al terminar de comer, deje los cubiertos correctamente, paralelos uno al lado del otro, dentro del plato. Si se le cae la servilleta al suelo no la levante, solicite su sustitución. Si los cubiertos en la mesa no serán cambiados entre plato y plato, déjelos reposar en el pequeño complemento llamado “posacubierto”.
Evite hacer alarde en la mesa de joyas, carteras, ropas y zapatos de marca. No finja saber mucho de un tema si en realidad tiene poco o ningún conocimiento. No solicite un recorrido por la casa, a menos que ese haya sido el motivo de la invitación. No use o pida palillos (escarbadientes) en la mesa. No llame la atención con risas, gritos y gestos. No señale a alguien con el dedo o levante el dedo meñique al beber o fumar. No haga gala de las relaciones, amistades o poder económico que tiene con personalidades importantes. No acuda al evento con una persona que no ha sido invitada, es de pésimo gusto. Una regla de oro de todo anfitrión es asegurarse de que las copas estén siempre colmadas. A los caballeros presentes les asiste la misma responsabilidad cuando tienen damas a su lado.
Recuerde: “Ir contracorriente no es de hombre prudente. No podemos obviar las normas y costumbres, y actuar de forma contraria a las mismas. Las personas cultas y educadas suelen ser bien aceptadas por todo el mundo”. Hasta el próximo viernes.
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