De odiar la música clásica a ser intérprete de canto lírico

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“Cuando era chica, pensaba que cantar ópera era puro griterío, hasta que, al estudiar el estilo, descubrí que la música lírica es mi pasión”, expresa Alejandra Martínez (24), intérprete. Afirma que, en el Paraguay, la concurrencia a los conciertos de estilos clásicos es escasa y que ser profesora es su principal objetivo. Sostiene que del arte se puede vivir y cuenta cuál es su mayor presión a la hora de subir al escenario.

¿Cuándo te iniciaste en el canto?

Comencé con el canto lírico a los 19 años. Al terminar el colegio, decidí dedicarme exclusivamente al arte de forma profesional, ya que provengo de una familia de músicos. Ahora, me estoy formando en el conservatorio Agustín Pío Barrios del IMA, donde también estudio flauta traversa.

¿Cuál es la diferencia entre el canto lírico y el popular?

En la música clásica se requiere mucha técnica. La respiración costodiafragmática que hace una cantante de música lírica no es igual a la que realiza cualquier intérprete popular. Para hacerlo de forma aguda, se necesita un don especial, mucha dedicación y paciencia.

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¿Cómo ves el canto lírico en el Paraguay?

Existen varias posibilidades de vivir del arte en el país, sobre todo en el ámbito de la docencia. Yo tengo entrada económica con las presentaciones que hago en festivales o en alguna fiesta particular, pero mi objetivo principal es ser profesora de canto lírico en un futuro no muy lejano. Con empeño y dedicación, todo es posible.

¿Cuál es tu mayor presión en el escenario?

Cuando comienzo a cantar, el público me da mucha seguridad, pero si mi familia se hace presente en algún concierto, me pongo más nerviosa de lo normal. Una vez, a causa de eso, me olvidé la letra de una canción y tuve que improvisar. Mis padres y hermanos son músicos, y si fallo en lo más mínimo, siempre se dan cuenta.

Por Javier Morales (18 años)