El Dr. Walter Martínez Gill tiene 56 años y es oriundo de la ciudad de Luque. Es egresado del Colegio San José de Asunción, Doctor en Medicina y Cirugía con especialización en Oftalmología Clínica y Quirúrgica, entre muchas otras especializaciones más. Actualmente se desempeña como Jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital Central del Instituto de Previsión Social (IPS) y como director del Instituto de la Visión de Luque.
Cuenta que proviene de dos familias muy trabajadoras y preparadas. Sus tatarabuelos fueron españoles, los Martínez Sáenz -a quienes perteneciera antiguamente la Casa de la Independencia-, y de parte de madre los Gill, irlandeses, “muy sacrificados y preparados también”.
Tiene 6 hijos varones. El mayor, Walter Rodrigo, de 34 años, es también oftalmólogo; le sigue Marcelo (32), Licenciado en Marketing y también músico (es cantante, guitarrista y hasta baterista de la banda Antenna y anteriormente de Área 69).

José María tiene 29 años y es administrador de una empresa de transporte. De este último comenta feliz el papá que le regaló tres nietos, a quienes ama: Daniela, de 5, José María, de 3 y Leo, de un año.
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Eduardo es músico profesional, director del grupo musical Nestor Ló y los Caminantes y también integrante de Antenna. Lo considera un gran compositor, “un tremendo músico”. Arturo es Ingeniero zootecnista y baterista de la banda Antenna, y actualmente se dedica a la docencia de la música y también es emprendedor.
Fabrizio, de 18 años, es el menor de todos y se encuentra estudiando la carrera de Licenciatura en Marketing y también es músico. Papá dice que es un gran cantante, ejecuta el piano y “tiene una tremenda voz”.
“Como verás, en mi familia se respira música, se ve y se consume música y la casa está llena de ella las 24 horas. Independientemente del trabajo o el estrés del día, la música es una constante”, agrega el Dr. Martínez y explica que disfruta de sus hijos integralmente. “En el caso de mi hijo Walter, con quien compartimos la misma pasión -la misma profesión-, disfruto trabajar, operar, discutir los casos clínicos. Disfrutamos los resultados auspiciosos, los éxitos quirúrgicos, las nuevas técnicas, la satisfacción del paciente feliz. Lastimosamente existen casos complicados que nos duele no poder resolver”.

La música en las venas
Queda claro que lo que más los une en la familia es la música. Ya su padre, el Dr. Reinero Martínez, fue también médico, compositor y pianista. “La música la heredamos de él”, confirma.
Walter Martínez Gill aprendió a ejecutar el piano a los 4 años, y estudió también guitarra y canto. Además, hace unos años formó con su hermano un grupo denominado “Arpegios”, con el que ejercen paralelamente a sus profesiones también la música de manera profesional.
Comenta que disfruta mucho discutir sobre música con sus hijos, ejecutar los instrumentos con ellos, dar vida a proyectos musicales conjuntos y hablar de los proyectos de cada uno de ellos y pasarles su experiencia. “Algo que uno siempre tiene que valorar es lo que heredó de sus padres, el trabajo, el sacrificio, la honestidad. Mi padre nos decía que nosotros no íbamos a heredar fortunas, pero sí educación”, enfatiza.
“La música es algo tan lindo, una profesión noble, de mucho esfuerzo, hay que valorarla más” dice. En su tiempo libre disfruta de ejecutar el piano y la guitarra, cantar y escuchar buena música. Se declara un profundo admirador de la música paraguaya, del nuevo cancionero paraguayo y de la evolución que presentan la música paraguaya y la latina.
Satisfacción profesional
Cuenta que su profesión le dio muchísimas alegrías. Tuvo la oportunidad de formarse aquí y en el extranjero, conocer personas de casi todos los continentes, con la oportunidad de aprender y formar amistades. “Una de las partes lindas de la profesión es conocer gente que comparte los mismos anhelos, dudas, aprendizajes”.
También se desempeña como docente y afirma que ama enseñar.
La simbiosis entre la música y la medicina comenzó para él ya en sus jóvenes años de estudiante. En la Facultad de Medicina creó con unos compañeros el grupo que en un principio se denominó “El conjunto de la Facultad de Medicina” y luego pasó a llamarse “Grupo vocal kuerara”, que significa “para curar”.

“Comenzamos a participar en los famosos festivales de la canción de ese tiempo. Llegamos a actuar en el Festival del Lago Ypacaraí, obtuviendo inclusive una mención de honor”, recuerda con nostalgia.
Ahora sorprenden con “Oftalmólogos en sintonía”, una banda musical que nació dos años atrás, en un congreso. “Decidimos entre cinco médicos -todos amigos- hacer un grupo para ofrecer espectáculos a otros oftalmólogos y amigos. Actuamos en los congresos y ahora decidimos hacer un tema para alentar a la gente”, dice sobre la difícil situación que se está viviendo en el mundo y agrega que “la medicina y la música, ambos son artes; el arte de curar y el arte de dar vida a través de la música”.
Sepa más en Facebook: Oftalmólogos en sintonía
Enseñanzas de cuarentena
Con “Oftalmólogos en sintonía” lanzaron un video para estimular a la gente, con el mensaje de que, a pesar de la dificultad, hay que seguir adelante.
La pandemia y sus reglas enseñaron bastante, y como padres se vivió con mucha tristeza la separación. “Para quienes somos tan apegados a la familia, fue muy doloroso no poder compartir un asado, un beso, una música”.
Reflexiona sobre el momento experimentado y afirma que esta situación tan extrema ayudó a que seamos un poquito mejores como humanos y enseñó a valorar más a la familia, los encuentros, el amor.
Profesionalmente también es algo muy duro, dice, porque hay un antes y un después de la pandemia, puesto que todos los protocolos han cambiado: los de seguridad, los de atención, los procedimientos o estudios, las cirugías. Obligó a aprender rápidamente cómo proteger al profesional médico y cómo proteger al paciente y seguirá siendo una etapa bastante complicada aún.
También insta a no olvidar que “el afecto, el trato humano y la confianza son muy importantes entre el médico y el paciente”.
Satisfacción de padre
“La mayor satisfacción de todo padre es ver a sus hijos realizados, que hayan aprendido los valores de la familia, a ser honestos, trabajadores” dice y añade que también les inculca el amor al Paraguay, y a su ciudad. “Nosotros amamos a nuestra querida Luque, “la República de Luque”, ciudad de música, artesanía, de fútbol”.
Da un especial énfasis al lugar que ocupa en su corazón su compañera de vida y madre de sus seis hijos. “Nada de esto se podría lograr sin una esposa ejemplar, llevamos 33 años de casados. A un hombre le hace una gran mujer”, afirma.

Cora Torres lo mantiene enamorado hasta hoy y él la considera como una de las personas que lo ayudó a crecer como persona, en el matrimonio, en la fé, en el amor, el cariño y la tolerancia.
“Aparte de eso, disfruto muchísimo de mis nietos. Tengo 4 nietos y medio (uno está en camino). Es una de las más grandes alegrías que Dios nos regaló, es como reinventarse, un reaprendizaje, realmente una alegría inmensa”, dice sobre su rol de abuelo.

En este Día del Padre, muchos ya no cuentan con uno y otros jamás lo tuvieron cerca. Que este testimonio de amor y orgullo por los hijos, de tiempo de calidad compartido, se esparza como ejemplo en los corazones de quienes están experimentando la paternidad por primera vez o lo desean vivir en un futuro.
“Vinimos al mundo para dejar un legado de todo lo que hemos aprendido”, concluye.
