El yaguareté ante la ganadería (III)

El experto norteamericano Jeffrey Thompson considera que para lograr la conservación del yaguareté es fundamental entender que es clave el rol de los productores, considerando que el 95% de las tierras en el Chaco está en manos privadas.

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“En el Chaco (región Occidental) del Paraguay más del 95% de la tierras están en manos privadas, por lo que sin la cooperación del productor, la conservación de la biodiversidad –incluida la del yaguareté– es imposible”, consideró el Dr. Jeffrey Thompson, investigador de Conacyt y del Programa Yaguareté de la organización Guyra Paraguay.

Esto en referencia al conflicto que existe actualmente entre la conservación de esta especie que se encuentra en peligro crítico de extinción, y la producción ganadera, y que esto se constituye en la principal causa de muerte de la Panthera onca (nombre científico).

El experto prosigue diciendo que la sociedad tiene que tomar conciencia de que si quiere conservar al felino, debe asumir el compromiso trabajando con el productor y asumiendo los gastos que conlleva el mantenerlos en su hábitat natural.

“Si el Paraguay quiere al yaguareté en el Chaco, tenemos que reconocer que todos tenemos que enfrentar este desafío y tenemos que hacerlo posible para el productor. Nosotros –la sociedad– tenemos que pagar si valoramos al yaguareté en el campo, porque si no, cae todo en los hombros del productor los gastos y eso es injusto”, sostuvo en diálogo con ABC Color.

Aclaró que esto lo dice considerando la supremacía de los propietarios privados en donde mayor densidad de felinos hay, que es la Región Occidental, y que no son solo los grandes terratenientes los que viven de la ganadería; las pérdidas pueden ser importantes. “Entonces es mucho más fácil accionar un cartucho de escopeta, en vez de aguantar esa pérdida y si no queremos que eso pase, nosotros como pueblo, tenemos que ver qué podemos hacer”, señaló el experto.

A partir de esto, dijo que también se podrá concientizar al productor para mantener el bosque en su propiedad, sin deforestarlo, pero que para eso se necesitan recursos.

En este punto, reconoció que la tendencia es que existe voluntad por parte del productor paraguayo, pero que existen excepciones. “En general, el productor en Paraguay es muy amable, hay de todo, pero son muy abiertos, pero también hay una cantidad que tiene sus dudas, con ONGs que no hay mucha confianza, pero superamos eso cuando hablamos bien”, indicó.

Oriundo de Nueva York, Thompson, tiene una basta experiencia en el campo, ya que se encuentra trabajando en esta región de América hace varios años. Lo hizo en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria para el Gobierno Federal de Argentina como así también en un programa ambiental, contratado por las Naciones Unidas. Actualmente se encuentra en Paraguay, trabajando en un proyecto de Guyra Paraguay denominado “Mamíferos del Chaco y el desarrollo económico: patrones, perspectivas y sustentabilidad del sistema”, financiado por Conacyt.

“Con este proyecto queremos ver si podemos identificar umbrales donde no queremos pasar respecto al desarrollo de la producción para conservar al yaguareté y toda la comunidad de mamíferos”, explicó.

“Queremos ver cómo podemos compatibilizar la producción con la conservación, porque ese es nuestro desafío y en general en todo el mundo; pero específicamente es muy fuerte en Paraguay porque hay muy poca tierras en manos públicas”, enfatizó.

El investigador explicó que en el proyecto en que trabaja, se encarga de instalar cámaras trampa en el Chaco Central hasta el Norte, en la Frontera con Bolivia, donde hasta el momento se instalaron 400 y quedan aún unas cuántas por instalar.

Estos trabajos tienen el objetivo final de identificar a los jaguares y conocer una cantidad estimada de individuos que quedan, como así también de otras especies. “En cuanto a la cantidad no puedo decir mucho porque todavía no hemos empezado a procesar”, explicó, sin embargo, al ser preguntado sobre un estimativo, señaló que según su experiencia (aunque aclaró no estar seguro), se puede determinar que actualmente existen un máximo de 300 individuos en el Oeste de Paraguay.

Es por esta situación, que según sostiene, “existe aún una ilusión sobre la posibilidad de que el yaguareté esté en todas partes del país. Y no es así”, aclaró.

“Si mirás la distribución del yaguareté, ves que hay pocas áreas. Por ejemplo, en el Bajo Chaco hay áreas muy restringidas donde hay yaguareté; entre Concepción y Pozo Colorado. De ahí hacia el norte por el río Paraguay, hay. Y cada vez hay menos en el Chaco Central, como a 70 kilómetros de Filadelfia al Norte, que es donde estamos trabajando”, sostuvo.

Explicó que en zonas como el Chaco seco, la panthera onca necesita de áreas de acción que están alrededor de 50.000 hectáreas para sólo un ejemplar, mientras que en el Bajo Chaco y el Pantanal, se calculan entre 10.000 a 12.000 hectáreas. “En la región occidental está comenzando con bajas densidades, menos en el Bajo Chaco y el Pantanal donde todavía hay una densidad medio alta por la mejor calidad del hábitat”, especificó.

Parte de los resultados de un estudio -aún en proceso- realizado al respecto denominado “Space, use and movement of jaguar (Panthera onca) in western Paraguay”, da cuenta de que en una observación similar a la que realizan ahora, entre 2002 y 2014, "se pudieron individualizar (a través de fotografías) a 35 jaguares, de los cuales 19 individuos proveyeron suficientes datos para el análisis, 7 en el Chaco Seco, 9 en el Chaco Húmedo, y 3 en el Pantanal".

En relación a la ley N° 5.302/14 “De conservación de la Panthera Onca”, opinó que si bien la ley tiene una buena intención, “para mí le falta la incorporación del sector ganadero que no se toma en cuenta, no toma en cuenta la importancia del productor”, insistió.

Según su opinión, lo que establece la ley “no es factible por varias razones, como por ejemplo que no hay plata para translocación y también ¿dónde vas a llevar a un yaguareté que está matando vacas?”, cuestionó. Esto en referencia a que la mencionada normativa, estipula que un ejemplar que se constituya en potencial riesgo para la vida del ganado vacuno, debe ser desterrado de su hábitat natural, una disposición completamente contrapuesta a principios conservacionistas.

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