“Anti-Tracker” viene de un juego de palabras que suele decir un amigo. El “tracker” (palabra en inglés) es algo que se rastrea, entonces los anti-trackers serían cosas no rastreables, en este caso refiriéndose a las formas de composición y la expresividad", dijo el músico, quien explicó que con su disco probó diferentes formas de trabajo y además exploró otros instrumentos, más allá de su principal: el bajo.
Esa manera irrastreable o que no podría ser detectada alude también al hecho de pensar en el momento en que la gente está escuchando el disco, y que pueda pensar que un tema se grabó de cierta manera, pero el proceso fue completamente distinto. A ese juego se zambulló así el artista con este álbum conformado por 16 tracks instrumentales. En algunos participaron como invitados los estadounidenses Telemakus y Ted Taforo, y los paraguayos Marcelo Soler, Bruno Muñoz, José María Duarte, Magno Molinas, Pepino Rodríguez, Víctor Álvarez y Marce Ortigoza.
Corvalán trabajó en estos temas durante 2019 recopilando esas diferentes formas de trabajo desde su estudio en su casa. “Empecé a acumular para crear algo, pero sin tener un preconcepto o una metodología establecida. En la cuarentena se consolidó todo cuando remotamente pude hacerlo. Esa situación generó inspiración y empuje para poder terminar”, detalló sobre el camino que hizo para finalizar el disco.
El bajista, que para este trabajo por primera vez también grabó batería y piano, o que además compuso desde el canto, detalló que esas formas diferentes tratan sobre la metodología de la composición. “Uno puede componer de diferentes maneras así tanto un cantautor con una guitarra o usando la computadora como herramienta, ya que podemos experimentar un proceso de composición a través de instrumentos MIDI, que es un software, y así combinar eso con lo tocado de forma real”.
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Además, mencionó que algo que también fue fluctuando con el tiempo fue el factor emocional. “Fui combinando cosas de diferentes maneras de acuerdo al humor, se podría decir. Un día por ejemplo no quería tocar el bajo, o hay una parte en el disco en que ya tenía un set de batería armado y toqué yo, así como en otros temas tocó Marce; entonces era como no juzgarle tanto a la canción y que salga más naturalmente”.
“Los estados de emociones de las personas también fueron muy afectados. Hay momentos en que uno estaba motivado, otros no. Había que esperar el mail de la grabación de alguien, y eso es la cuarentena, todo un proceso que trabaja hasta la psicología. No es tampoco que está todo solucionado, porque la conexión también demanda esa sensibilidad que ya se siente cuando la persona interactúa”, sostuvo.
“Lo mismo en cuestión de tomas o de la masterización de los temas, si hice con cierto proceso lo respeté y no pensé en reemplazar nada para que todo suene igual”, profundizó. En ese sentido, afirmó que es un disco pensado desde la libertad y lo orgánico, por eso el álbum “no está tan encasillado en una sola manera de hacer”, agregó.
Un trabajo sincero y orgánico
Lo que el encierro a causa de la pandemia generó en él fue motivar ese proceso de trabajo remoto al que, según Chino, en otras partes del mundo se viene haciendo desde hace mucho tiempo, pero que aquí ahora se está empezando a desarrollar.
“Eso fue algo que motivó mucho la cuarentena”, dijo sobre el trabajo remoto. “Se puede hacer música orgánica, o diferentes tipos de arte me imagino, porque tenemos tanta tecnología que es impresionante. Uno puede componer por Zoom con una persona, por más de que de repente se cuelga o se satura, pero antes no podíamos hacer eso. Además es súper interactivo, hasta didáctico porque la gente estudia por ahí. En ese sentido es muy bueno y también permite perfeccionar otras prácticas que antes no salían de una forma tan espontánea", pensó.
Esa forma natural y orgánica es algo que también se nota en las emociones, al decir del músico, ya que además hubo que desarrollar la paciencia y el fluir con el proceso a la hora de trabajar con otras personas. “El tema seis, por ejemplo, es como una laguna y tiene toda esa sinceridad sin filtros, no porque sea transgresor pero porque respeta la espontaneidad a la hora de la composición. Tiene errores que técnicamente si uno graba por partes no va a darse el lujo de dejar, pero al dejar uno arriesga a tener esa humildad, esa sinceridad de la expresión captada”, reflexionó.
Eso pasó con las tomas tanto de los músicos de Estados Unidos o con los de aquí, dijo. “Fueron las tomas que ellos hicieron y así genuinamente quedaron. Es una forma de no prejuzgar tanto una forma de hacer y a partir de ahí hacer todo un patrón. Fue un desafío interesante hacer algo que no había hecho antes esto”, reconoció.
Los “estados, o sonidos, o kits, que son todos los instrumentos que suenan, no son siempre los mismos”, reafirmó el músico, quien se explayó en el hecho de pensar que quizás a mucha gente “no le guste” porque hay cosas que suenan diferente. Pero él cree que a diferencia de lo que lanzó antes, lo que hizo con este álbum es “instrumentalmente un poco más amigable para gente que no escucha ciertos géneros de música”. “Hay temas que armónicamente hablando no son tan complejos, porque lo complejo no siempre significa que sea complicada la armonía, sino la forma en la que se desarrolla, entonces tiene esas cuestiones de loops, texturas, muy amigables a la hora de escuchar, pero al mismo tiempo en algunos para nada. Jugué mucho con eso”, destacó.
Mientras “Anti-Tracker” cobra repercusión, Corvalán también está abocado a otros trabajos. Contó que en noviembre sale un disco que realizó con el rapero chileno Terrible, y en el que también participaron paraguayos como Nico Vera, Missmaella o Marcelo Soler. “Venimos produciendo a distancia también, y es mi primera experiencia completa de un disco con lírica”, anticipó. Además trabaja en otro disco de música instrumental.
“Ahora ya todo es con paciencia, esperando que manden sus partes cuando cada uno puedan. Paciencia total y reinvención”, concluyó el creador musical.
