Korn: algunas cosas nunca cambian

Enérgico, puro, vital. El grupo estadounidense de metal dio un show impactante ante miles de sus fans, cerrando la última fecha del Personal Fest.

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Los jóvenes de una década atrás estaban allí, prestos para ver a sus ídolos de otros años. Los jóvenes de la actualidad también, para descubrir de lo que le han hablado y lo que han ido escuchando también a través del legado de la banda. Era la noche de Korn, que -junto a la “superbanda” de figuras King of Chaos– era la figura más fuerte del cartel.

La tercera y última fecha del Personal Fest concentró lo más destacado del metal y el rock nacional, junto con una emocionante y enérgica actuación del grupo argentino Catupecu Machu, en una jornada maratónica de diez horas en las que las demostraciones de euforia propias de un show de esa índole abundaron.

Pero aún teniendo en cuenta el muy alto nivel de los artistas que vinieron antes, las miles de personas que colmaron el Jockey Club el sábado fueron por una razón principal: Korn. En el espacio de tiempo que siguió al show de Flou, el último grupo antes de Korn, se podía percibir una expectativa que crecía hasta la impaciencia, con fans pidiendo a gritos por sus ídolos.

Hacia las 22:40, un grupo de fans seleccionado por la organización apareció detrás de unas rejas ubicadas detrás del escenario, como una jaula detrás de donde iban a estar los artistas. Minutos después, la lumínica señalizó el inminente inicio del show con grabaciones televisivas y sonidos de estática como fondo.

Entonces apareció el baterista Ray Luzier para hacer el preámbulo rítmico del inicio del espectáculo, hasta que finalmente sus compañeros: el vocalista Jonathan Davis, los guitarristas Brian Welch y James “Munky” Shaffer, y el bajista Reginald Arvizu hicieron su aparición.

“¿Están listos?”, profirió Davis con una voz gutural y con una explosión de sonido comenzó el primer tema de la noche, “Blind”, uno de los grandes éxitos del grupo cuya onda expansiva hizo saltar al público y creó exacerbados “pogos” mientras la gente cantaba a todo pulmón. Esa intensidad del espectáculo se mantuvo con “Twist”; esa energía que parecía contenida se liberó como si una represa hubiera cedido.

Siguió otro de los grandes éxitos de la banda, “Falling away from me”, y de nuevo las voces de miles de fans se unieron a la de Davis y al crudo e industrial sonido de los instrumentos de la banda. La música de Korn parece creada explícitamente con el objetivo de hacer saltar a la gente en sus shows en vivo. Cada minuto era aprovechado, como con carácter de urgencia.

Davis siguió mostrando el rango de su peculiar voz con las más recientes “Love & meth” y “Narcissistic cannibal”, la última de la cuales introduce elementos de dubstep. Muy celebrada y coreada también fue “Dead bodies everywhere”, y la respuesta era atronadora cuando Davis preguntaba en inglés: “Asunción, ¿están listos para empezar la fiesta?”. Las respuestas vendrían seguidas de gritos, pogos y más sacudidas.

Luego de “Coming undone” vino “Did my time”, con Davis siempre camaleónico en el uso de su voz, capaz de pasar de tonos crudos y guturales a una voz marcadamente nasal y a una más neutral sin problemas.

Un breve pero memorable solo de gaita de parte de Davis abrió la canción “Shoots and ladders”, a la que siguió “Never never”. “¡La estamos pasando grandioso, muchas gracias!”, exclamó Davis. “¡Nos han mostrado el amor de Asunción!”.

Y ese amor se volvía a materializar en el público, esta vez explotando en pogos y saltos con “Here to stay”. “Es un placer haber venido hasta aquí a tocar para ustedes, es un honor”, comentó Davis. “¡Están jodidamente locos!”, aseguró.

La locura a la que hizo referencia se volvió a desatar con “Y'all want a single”, cuyo coro fue acompañado con toda la fuerza de la que podían hacer gala los fans al gritar las dos palabras inglesas de cuatro letras que la canción les pedía en la letra.

Luego vino “Prey for me”, seguida de una sorpresiva e interesante versión del clásico de Pink Floyd “Another brick in the wall”; por el escenario aparecía una bandera paraguaya cubierta de firmas cuando el público vociferaba el coro de la famosa canción. Al final de la misma, Davis cantó una despedida y abandonó junto a sus compañeros.


Pocos minutos pasaron para que el grupo regrese con la canción “Get up” -de nuevo con un poco de dubstep-, seguida de su clásico “Got the life”, y de nuevo la escena de miles de personas saltando y coreando volvió a repetirse.

El espectáculo de Korn se cerró igual que como se abrió, con miles de personas saltando con fuerza, gritando a todo pulmón la letra de “Freak on a leash”. “¡Son increíbles!”, sentenció el vocalista.

Todo había acabado. Pero allí seguían, firmes, los viejos adolescentes del año 2000 que acudieron para volver el tiempo atrás por una hora y media y comprobar que todavía hay Korn para rato.

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