"Decidiremos sobre esa cuestión poco antes de la celebración de la cumbre", afirmó Scholz, en declaraciones a la televisión pública alemana ARD desde Elmau, el castillo bávaro donde desde ayer se celebra la reunión anual de los líderes del G7, que se cerrará mañana.
A las sesiones de hoy, que contarán con una intervención en formato virtual del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, seguirán luego las reuniones entre los líderes de las siete potencias y los de los cinco países invitados a Elmau -Argentina, India, Indonesia, Senegal y Sudáfrica-.
La presencia de Indonesia, país que detenta la presidencia de turno del G20, ha despertado las expectativas respecto a un posible posicionamiento respecto a la cumbre de noviembre de ese grupo, al que Rusia sigue perteneciendo.
La cumbre del G7 se abrió ayer tras una bilateral entre Scholz y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ambos determinados a mostrar cohesión en su apoyo a Ucrania y a trazar nuevas respuestas contundentes hacia Moscú.
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La guerra es el tema dominante en este G7, una cumbre con cierto carácter de puente entre el Consejo Europeo de la pasada semana, en que se reconoció a Ucrania como país aspirante al ingreso en la Unión Europea (UE), y la próxima de la OTAN, que se abrirá el miércoles en Madrid.
Junto a la necesidad de apoyar a Ucrania frente a la agresión rusa, los líderes del G7 abordan las consecuencias de ese conflicto en la economía global, la desenfrenada inflación y la alarma ante la crisis alimentaria que puede precipitar un bloqueo ruso al trigo ucraniano.
Biden avanzó ayer el propósito del G7 prohibir las importaciones de oro ruso, algo que sustentan Canadá y Japón, así como el Reino Unido, cuyo primer ministro, Boris Johnson, aspira a convencer también a Alemania, Francia e Italia.
Scholz, en su calidad de anfitrión del G7, por ejercer Alemania su presidencia de turno, aspira a que en Elmau se de un "mensaje claro" de respuesta conjuntada hacia Rusia.
Entre los acuerdos más destacados de la primera jornada destacó el macroplan de infraestructuras presentado por Biden, Scholz y el resto de los líderes del G7, consistente en 600.000 millones de dólares que se destinarán a infraestructuras en países de ingresos medios y bajos para contrarrestar el avance de China.
