El casco, que ya ha sido probado por dos equipos de la liga suiza de hockey (el Lausana y el Ajoie) y ahora quiere ser llevado a la NHL estadounidense o a otras disciplinas deportivas, ha sido desarrollado por la empresa Bearmind, fundada por dos exdeportistas y parte de los múltiples programas de investigación y desarrollo de EPFL.
El objetivo del nuevo aparato es detectar lo antes posible si una conmoción cerebral sufrida por un jugador, algo habitual en ese deporte, puede llevar en el futuro a lesiones a largo plazo, algo que en ocasiones no es convenientemente tratado porque los primeros síntomas no aparentan ser graves.
En algunas ocasiones "el jugador puede desarrollar encefalopatía traumática crónica, una enfermedad neurodegenerativa que puede llevar a graves problemas de comportamiento y cognitivos", alertó EPFL en un comunicado.
Los cascos que están siendo probados en la liga suiza, conectados a una aplicación de teléfono inteligente, tienen un aspecto similar a los convencionales, aunque muestran un pequeño sensor ovalado en el exterior, que en futuros prototipos pasará a estar en el interior.
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Los algoritmos que emplea este sistema compilan datos de los jugadores, los comparan con la media, y según los creadores "ayudarán a los entrenadores a saber si deben retirar a un jugador del partido, cambiar su programa de entrenamiento o tomar otras medidas para evitar lesiones".
