Según el esquema planteado por el presidente Volodímir Zelenski, que coincide con el delineado por la Casa Blanca para aprobar un paquete de ayuda conjunta a Israel y a Ucrania, Hamás y Rusia no sólo comparten una sólida alianza con Irán.
También están en comunión en su objetivo de destruir a dos países democráticos vecinos que forman parte de la comunidad política occidental.
La única respuesta posible a esta amenaza, dijo el propio Zelenski defendiendo el derecho “indiscutible” de Israel a defenderse, es la derrota de los terroristas que matan, torturan, violan y secuestran civiles, ya sea en Izium, Jersón y Bucha o en los kibutz del sur de Israel.
Pero a medida que llegan imágenes de civiles muertos en los bombardeos israelíes contra objetivos de Hamás en Gaza crecen los llamamientos de contención a Israel y el sentimiento de indignación y repulsa en el mundo islámico.
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A principios de este año Zelenski fijó como objetivo de su acción diplomática atraer nuevos apoyos a Ucrania y reducir la influencia rusa en el llamado Sur Global. Una parte sustancial de estos países son de religión musulmana.
ÉNFASIS EN LA PROTECCIÓN DE LOS CIVILES
A medida que se alejaba el ataque de Hamás del 7 de octubre el acento del discurso ucraniano se ha desplazado de la condena a las milicias islamistas aliadas de Irán -que siguen lanzando cohetes contra Israel desde el norte y el sur- a la necesidad de proteger a los civiles y buscar salidas que eviten una escalada del conflicto.
A este cambio de tono podría haber contribuido la frialdad israelí hacia Zelenski, que no ha vuelto a hablar con el primer ministro Benjamín Netanyahu desde que le llamara justo después de la masacre.
Según medios israelíes, Zelenski pidió visitar Israel con el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, pero Netanyahu desestimó la solicitud.
Después de que el Ministerio de Exteriores ucraniano abogara por reavivar un proceso de paz para crear un Estado palestino, Zelenski mantuvo contactos con los líderes de Turquía, Arabia Saudí y Catar.
En una conversación con Recep Tayyip Erdogan, Zelenski coincidió con el presidente turco en “la necesidad de garantizar la protección de los civiles y el respeto por la ley humanitaria internacional”.
Además de proveer a Kiev de material militar, Turquía es uno de los principales aliados de Ucrania en sus esfuerzos para seguir exportando cereal por el Mar Negro.
Turquía también es un apoyo capital para las aspiraciones de Ucrania de recuperar Crimea, de donde es originaria la minoría tártara (de origen túrquico) de la que forman parte la mayoría de presos políticos encarcelados por las autoridades rusas de la península.
El bienestar de los tártaros es un tema central en el discurso de la administración de Zelenski, que ha promovido a políticos de origen tártaro con excelentes relaciones con Turquía, como es el caso del ministro de Defensa, Rustem Umérov.
CATAR Y LOS TRATOS CON REHENES
Zelenski también habló con el emir de Catar, el jeque Tamim bin Hammad al Thani, a quien desde Israel señalan como el principal mecenas de Hamás.
En este sentido, las buenas relaciones ucranianas con Catar contradicen la idea lanzada por Kiev de dos alianzas internacionales enfrentadas claramente perfiladas.
El emirato de Al Thani medió entre Ucrania y Rusia para hacer posible el retorno este mes a territorio controlado por el Gobierno de Kiev de cuatro niños ucranianos deportados por los rusos.
Según la propia televisión del emirato, Al Jazeera, Catar también hizo posible con su mediación la liberación de los primeros rehenes secuestrados en Israel por Hamás.
Zelenski agradeció a Al Thani la ayuda enviada a Ucrania y su papel en el retorno de los menores ucranianos, y reclamó corredores humanitarios que funcionen “sin interrupción” en Gaza.
Zelenski coincidió con el emir en subrayar “la necesidad de desescalar el conflicto, buscar la paz y proteger a los civiles”, una retórica que contrasta con su apuesta inicial por la derrota incondicional de los “terroristas” de Hamás y de Rusia.
