La odisea de los rohinyás: del hacinamiento en Bangladés al rechazo en Indonesia

Este artículo tiene 1 año de antigüedad
/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2395

Banda Aceh (Indonesia), 18 ene (EFE).- Tras superar los peligros de tortuosos viajes por mar, al menos 1.700 refugiados de la minoría étnica birmana rohinyá se enfrentan a su llegada a Indonesia con el rechazo frontal de las poblaciones locales, influidas por campañas de desinformación y odio.

Aisyah Sidiq llegó junto a sus dos hijos a Banda Aceh, oeste de Indonesia, el pasado 10 de diciembre desde Bangladesh con un grupo de 135 refugiados y tras un viaje de 45 días en que escaseaban la comida y el agua, el motor de la embarcación falló y los niños sufrieron para adaptarse a las duras condiciones.

Su intención es reunirse con su marido, que ya había viajado a Indonesia buscando un lugar mejor que los atestados campos de Bangladés, pero a su llegada al pueblo de Blang Ulam, en Aceh, se encontró con un problema con el que no contaba: la hostilidad de la población local.

"Quisiera pedir a la ONU y al gobierno que me envíen con mi marido", dice esta mujer, quien ya escapó antes de la persecución que los de su etnia, de religión musulmana, viven en Birmania.

El rechazo local provocó su desplazamiento forzoso a un edificio gubernamental, ya que los intentos de alojarlos en un campo de refugiados en el pueblo de Saree fueron vanos ante la oposición de los lugareños, que también rechazaron su traslado a otro campo en el cercano pueblo de Landong.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

"Hay conversaciones entre las autoridades locales y Naciones Unidas para encontrar zonas donde estos refugiados puedan instalarse de forma temporal hasta que se decida su futuro", explica a Efe Miklos Gaspar, director del centro de Información de la ONU en Indonesia.

Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), han llegado 1.753 refugiados rohinyás a las provincias de Aceh y Sumatra del norte desde finales de 2023, casi la mitad de ellos (815) niños.

La oleada no tiene visos de aminorar por el momento, ya que se cree que hay más barcos con rohinyás en el mar tratando de llegar a Indonesia y las estimaciones de ACNUR apuntan a que habrán llegado unos 3.500 en total para el mes de marzo.

Criminalidad en Bangladés

Muhammad Zabur, que llegó a la isla indonesia de Weh, en la provincia de Sabang, el pasado 2 de diciembre junto a 150 refugiados, explica que decidió emprender el peligroso viaje debido a las condiciones insoportables del campo de refugiados bangladesí y sobre todo a la falta de seguridad.

El hacinamiento de miles de refugiados durante años en Bangladés ha creado un ecosistema óptimo para que surjan bandas criminales que aterrorizan a parte de la población, como relata Zabur.

Una de sus hijas fue raptada y asesinada por una banda mientras estaban allí, un episodio trágico que borró todas las dudas que pudiera tener respecto a la decisión de viajar: era peligroso, pero una vez en Indonesia no sufrirían esa violencia y sus hijos podrían aspirar a tener una vida mejor.

Malasia e Indonesia, dos países relativamente cercanos y de mayoría musulmana, son los destinos generalmente elegidos por estos refugiados, pero la novedad en Indonesia respecto a anteriores oleadas es la campaña de desinformación que ha puesto a buena parte de la población local en contra.

Las autoridades también se han mostrado reacias a acoger a los refugiados y la Marina indonesia expulsó de sus aguas a una embarcación de madera cargada con un número indeterminado de rohinyás frente a las costas de Aceh en diciembre.

Campaña de desinformación

Gaspar reconoce que la ONU no sabe con certeza de dónde viene la campaña desplegada en redes sociales como TikTok ni quién la ha financiado y orquestado, pero se congratula de que algunas plataformas hayan inhabilitado cuentas desde las que se lanzaba la información falsa.

El mensaje de que los refugiados reciben ayudas gubernamentales y quitan fondos para ayudar a la empobrecida población local ha calado y ha provocado episodios como el acoso a grupos de refugiados por parte de decenas de estudiantes que se manifestaban en su contra en Aceh.

Con la prudencia que exige su cargo, Gaspar apunta a los próximos comicios generales de Indonesia el próximo 14 de febrero como una posible causa de la abundancia de desinformación.