En las mezquitas de dos barrios de la ciudad de Latakia, uno alauita y otro suní, decenas de personas se reunieron para dar el último adiós a las víctimas, según constató EFE.
Estas ceremonias fúnebres se celebran durante tres días, que terminan mañana, para las víctimas "de los recientes acontecimientos, incluido el personal de seguridad, los soldados y los civiles", tal y como señaló esta semana el gobierno de la provincia.
Latakia y Tartús fueron las provincias más afectadas por esta violencia, que se produjo en respuesta a un ataque de remanentes del régimen de Bachar al Asad.
Este jueves, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos elevó a 1.476 el número de civiles muertos en "ejecuciones" y "asesinatos a sangre fría", 1.393 de ellos de la minoría alauita.
Según la organización, que documenta crímenes de guerra y violaciones a los derechos humanos desde el estallido del conflicto en Siria en 2011 a través de activistas y voluntarios, la cifra de civiles muertos puede aumentar debido al hallazgo de fosas comunes y "entierros masivos" en las provincias costeras de Latakia y Tartús, el núcleo de la comunidad alauita.
Otras organizaciones rebajan esas cifras y la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos indicó el martes que tienen verificada la muerte de 111 personas.
La minoría alauita es la rama del islam chií que profesa el clan Al Asad y que fue favorecida durante más de medio siglo de mandatos concatenados del padre, Hafez, y de su hijo, Bachar. Particularmente, ocupaban cargos en los aparatos de seguridad del régimen.
Por otro lado, la Red Siria para los Derechos Humanos (SNHR, en inglés), por su parte, ha podido verificar hasta el momento la muerte de 803 personas, entre las que se incluyen combatientes de ambos bandos, de acuerdo con un informe de esta organización publicado el martes.
Según la SNHR, los grupos leales a Al Asad mataron al menos a 172 miembros de las fuerzas de seguridad de Damasco y a otros 211 civiles, mientras que los efectivos de la nueva administración siria mataron a 420 personas, entre ellas civiles, combatientes desarmados, 39 niños, 49 mujeres y 27 trabajadores sanitarios.