El economista de Guinea-Bisáu Carlos Lopes, que fue alto representante de la Unión Africana para las negociaciones con Europa, precisó que ese "impuesto narrativo" en los costos de la deuda oscila entre los 70.000 millones y esos 120.000 debido a que los países africanos afrontan tasas de interés mucho más altas que las aplicadas a otros con datos macroeconómicos similares.
El discurso que la prensa da a conocer sobre África, según el experto, penetra en las cadenas de mando: influye en cómo se toman decisiones de inversión y en cómo se negocian acuerdos y se orienta la cooperación internacional, lastrando a su vez el desarrollo y el futuro de esas naciones.
Su alerta fue lanzada desde ese foro bienal que se celebra desde 2015 y que está organizado por Casa África y el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de España. En esta quinta edición estuvo centrado en la geopolítica de la desinformación y el precio del estereotipo.
Para Victor Mark-Onyegbu, responsable de subvenciones y desarrollo comunitario en la ONG Africa No Filter, el 70 % de la información que se difunde sobre África pone su foco en los conflictos, las enfermedades, la pobreza, la corrupción y la falta de liderazgo.
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No se trata de sustituir en los medios malas noticias por otras buenas, sino de contar la historia completa, porque a pesar de los cambios experimentados en África la narrativa dominante ha quedado rezagada con guiones del pasado.
El director general de Casa África, José Segura Clavell, explicó a EFE que, aunque los orígenes de dichos estereotipos son diversos, tienen una naturaleza claramente histórica.
En el siglo XVII, XVIII, XIX y parte del XX, Europa "consideró África como un lugar al que ir a enriquecerse", afirma.
"En segundo lugar, después de la II Guerra Mundial (1939-1945) los gobiernos europeos fueron conscientes de que había que posibilitar cambios estructurales y empezaron los procesos de descolonización. Y en tercer lugar, el avance tecnológico producido incluso en aquel periodo de la guerra fría trajo consigo un incremento de actitudes neocoloniales", resume Segura.
Ese conjunto de circunstancias todavía persiste, en su opinión, con un relato que reduce a África a imágenes de pobreza, conflicto y catástrofe y que no es inocuo, porque más allá de la imagen que perfila sobre el imaginario colectivo tiene también un impacto social, xenófobo, racista e, igualmente, económico.
La solución para revertir esa imagen, según resumió Segura a EFE, debe ser colectiva: "Hay que hacer una gran labor cultural y social que se debe impulsar desde muy distintos focos. (...) Ha de ser una labor común, una labor de coparticipación, de entendimiento de la sociedad".
