La asamblea plenaria ordinaria 227 de la Conferencia Episcopal Paraguaya se llevó a cabo del 2 al 5 de noviembre de manera online y ayer se dio a conocer el mensaje elaborado por los obispos del país luego de esta actividad.
En el documento los religiosos comparten “las situaciones que nos afligen, los hechos que nos indignan y los desafíos pendientes de crecimiento para nuestra sociedad”. En ese contexto, cuestionan que “la corrupción, pública y privada, no deja de dañar nuestra confianza, y de malgastar los recursos destinados a mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo, en especial de los sectores vulnerables. Seguimos necesitando y reclamando el bien común de la salud, de la educación, del alimento, del trabajo, del techo, de la tierra, de la dignidad de toda la vida, de servicios públicos de calidad y de políticas firmes y sostenidas que afiancen la equidad y el desarrollo para todos”.
Igualmente lamentan que la pobreza seguirá en aumento e instan a asumir el desafío de superar la inequidad. Afirman que “debe dolernos” que los pueblos indígenas sean expulsados de sus territorios, pidiendo solución a conflictos de larga data. Así también consideran que la educación está pasando por un momento crítico y que se debe generar un diálogo amplio con vistas a una reforma.
Los obispos se expiden sobre la renegociación del Anexo C del tratado de Itaipú, afirmando que es oportunidad para promover la integración y para que la hidroeléctrica, que ha sido desde sus inicios un espacio codiciado de intereses mezquinos, sea de interés y consenso nacional.
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Finalmente, los líderes religiosos exhortan a la liberación de los secuestrados por el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), Edelio Morínigo, Félix Urbieta y Amancio Óscar Denis.
Los pastores consideran que una sociedad más justa, fraterna y equitativa es responsabilidad de todos, pero principalmente de las autoridades y e xhortan “a los poderes públicos, a los líderes políticos, sociales y económicos, que no ahorren esfuerzos para propiciar un diálogo social abierto, participativo y transparente, que conduzca a definir e implementar las políticas y acciones adecuadas a este tiempo”.
Tiempo de mucha incertidumbre
Los obispos dicen que debido a la pandemia, este “es un tiempo difícil, de mucha incertidumbre, marcado por el sufrimiento, el dolor y el luto de muchas familias (...). Muchos compatriotas se encuentran en dificultades financieras y se han perdido empleos, posibilidades de estudio, inversiones y modos de subsistencia”. Sin embargo, “hay signos que alientan nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor de la Vida”. Destacan la solidaridad.