Esta es la conclusión principal del informe “Estado de la Población Mundial 2025” del UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas, titulado La verdadera crisis de fecundidad: Alcanzar la libertad reproductiva en un mundo de cambios.
Paraguay no está exento de estas tendencias sociodemográficas vinculadas a las barreras económicas y sociales que condicionan el ejercicio de la maternidad y la paternidad. Mientras que en el 2015 la tasa global de fecundidad era de 2,5 hijos en promedio por mujer, hoy en el 2025 es de 1,93 (INE, 2024).
El estudio revela que una de cada cinco personas en el mundo piensa que alcanzar el número de hijos e hijas deseados será imposible. Los factores identificados son el alto costo de vida, las limitaciones financieras, la inseguridad laboral, el costo de la vivienda, la carga desigual de las tareas de cuidado que recae fundamentalmente en las mujeres, la falta de una pareja adecuada y la incertidumbre sobre el futuro.
Además, hay razones relacionadas a la salud. Esto se evidencia en la crisis de mortalidad materna que vive la región, donde cada día mueren 20 mujeres por razones evitables relacionadas al embarazo, al parto y al postparto. En nuestro país, acorde a datos preliminares del Ministerio de Salud Pública, en el 2024 falleció una mujer cada semana por razones relacionadas con el embarazo, el parto y el postparto: 1 de cada 6 era adolescente.
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Si bien las conversaciones tienden a centrarse en si las personas desean o no tener hijos, esta investigación revela que la decisión de limitar la cantidad de hijos está directamente relacionada a la falta de garantía de los derechos económicos y sociales.
A menudo se remarca que las mujeres y las personas jóvenes se “niegan” a tener descendencia, pero lo cierto es que, en los países encuestados (14 países que abarcan más de un tercio de la población mundial), la mayoría de la gente desea tener dos o más hijos. Y, sin embargo, 1 de cada 5 personas prevé que no podrá tener una familia del tamaño que desea.
La causa directa que señalan es que la sociedad no ofrece las condiciones necesarias para que las personas decidan libremente sobre una de las cuestiones más íntimas y trascendentales de sus vidas. La precariedad económica, el machismo, la falta de políticas de cuidado y la incertidumbre sobre el futuro suponen barreras a veces insalvables.
Para que las personas ejerzan su derecho a la maternidad y a la paternidad es necesario adoptar un nuevo enfoque que incluya medidas de planificación y adaptación al cambio demográfico, como: vivienda asequible y trabajos dignos y decentes; servicios de salud sexual y reproductiva accesibles y de amplia cobertura, incluyendo planificación familiar y fertilidad para quienes lo precisen; estrategias para la reducción de la mortalidad materna y del embarazo en niñas y adolescentes; políticas favorables a la familia, como licencias parentales suficientes y adecuadas, y políticas de cuidado; abordaje y la prevención del abuso sexual y de toda forma de violencia; igualdad de derechos reconociendo la distinta conformación de los hogares, incluyendo los unipersonales.
Con medidas como éstas, países como Alemania, Suecia y Noruega han logrado desacelerar la disminución de la fecundidad. Estas políticas con enfoque de derechos permiten a las personas tomar decisiones informadas y conciliar la dimensión reproductiva con la productiva, la vida familiar con el trabajo, impactando en la tasa de fecundidad y en el bienestar de las personas que logran realizar sus metas reproductivas.
Aunque es un desafío complejo, es claro que la hoja de ruta para enfrentar los desafíos sociodemográficos está trazada por una mayor inversión en políticas económicas y sociales con enfoque de derechos y que garanticen una mejor calidad de vida de todas las personas.
*Representante Nacional del UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas