Con el pesebre y la flor de coco das un toque de paz y aire navideño a tu hogar

¡Qué emocionante es armar el rincón en el que Jesús había nacido! Llegó el momento de sacar el polvo de los muñecos de barro y ver si las lucecitas funcionan para decorar el pesebre. Colocar las piezas en la casita implica delicadeza y mucha fe.

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Armar la escena del nacimiento de Jesús es todo un arte; implica paciencia, creatividad y, sobre todo, mucha fe. El gusanito o chanchito de cerámica nunca están de más para adornar el pesebre. A veces, hasta los juguetitos del bebé de la casa hacen presencia, al igual que la docena de ovejitas que se colocan como decoración y dan originalidad al nicho del Niño.

Esta es la temporada en que toda la familia se reúne para sacar el polvo del pesebre y, con delicadeza, acomodar las piezas en el nicho del niño Jesús. Llegó el momento de estirar las guirnaldas y ver si las lucecitas siguen funcionando para decorar la casita de los muñecos de barro. ¡Qué emocionante es armar el rinconcito en el que Jesús había nacido!

Entre diciembre y enero, el lugar donde pusiste el pesebre se convierte en el sitio más importante y sagrado de la casa. Lo primero que hacen las visitas es mirar el montaje que se logró con la Virgen María, San José y el Niño. No importa de qué está hecho o qué tamaño tiene el pesebre, sí o sí vas a estar orgulloso de las piezas que conforman la escena que rememora el nacimiento en Belén.

Si se rompieron la cabeza del pastor y el ala del ángel, debés hacerte del valé e intentar repararlos; si no lo lográs, tu alternativa es ir hasta Areguá y buscar a algún experto en cerámica para encontrar una solución o, simplemente, comprar otros objetos que sean idénticos a tus piezas. Es normal que se despegue algún juguete; sin embargo, cuando las figuras son de distintos tamaños, tu pesebre será más original.

La flor de coco es lo que hace único al pesebre paraguayo. La esencia de la Navidad en nuestro país se encuentra impregnada de ese agradable aroma en la cuna de Jesús. Las frutas, como sandía, melón y piña son infaltables como obsequio que la naturaleza da al adorado niñito recién nacido en nuestros corazones.

Debemos vivir con alegría esta temporada para que, así, la familia se encuentre unida durante las fiestas y durante todo el próximo año, además, que el niño Jesús derrame bendiciones en cada corazón paraguayo. El pesebre nos recuerda que el Salvador está con nosotros cuando realmente lo necesitamos.

Por José Peralta (18 años)

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