El bádminton es un deporte olímpico de raqueta en el cual se enfrentan dos jugadores (solos) o dos parejas de atletas (dobles) posicionados en un sector correspondiente, dentro de una pista rectangular dividida por una red. A diferencia de otras disciplinas que utilizan raquetas, no se usan pelotas, sino un elemento denominado “volante”, el cual si se cae en el lado opuesto determina el punto ganador.
Camila Álvarez es una joven que se introdujo en el mundo del bádminton hace un año, cuando, por casualidad, le pidieron que participe en algunos entrenamientos. “Desde chica, siempre me gustaron los deportes. Antes, practicaba fútbol, pero luego mi entrenador me invitó a practicar el bádminton y desde entonces me empezó a gustar”, expresa.
A la joven deportista le fascinan las técnicas que se utilizan en el bádminton, ya que es una rara combinación entre la suavidad y la rigidez. Además, cree que no constituye una disciplina muy complicada para asimilarla. “Me encanta la forma de juego, pues a veces las maniobras son brutas y otras, leves, pero no es difícil aprender los métodos, todo depende de cada uno”, indica.
La deportista practica de lunes a viernes con una carga de seis horas diarias, pues tiene una meta que desea cumplir. ”En unos años, espero realizar mi sueño, que es participar de los Juegos Olímpicos. Por eso, entreno todos los días de forma dura para llegar a la competición del 2020”, manifiesta Camila.
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Si bien este deporte no es tan popular en el país, la joven cree que hay futuro, ya que solo se necesita de predisposición humana. ”Creo que es normal que esta disciplina no sea tan conocida porque es nueva aquí, pero pienso que en unos años podemos convertir a este deporte en algo más popular”, declara.
Por último, la joven cree que el apoyo de las personas al bádminton hará crecer a esta disciplina. Así también, insta a los jóvenes a que realicen actividades físicas. “Anímense a practicar deportes porque es algo muy bueno; te hace conocer a muchas personas e, incluso, podés hacer historia y dejar tu nombre en alto”.
Por Joaquín Tandé (18 años)