Querido amigo despistado, prestame atención cuando te hablo

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Tratar con un distraído es un gran desafío, pues tenés que oír constantemente la frase: “¿Eh, qué me estás diciendo?”. También debés aguantar sus ataques de nerviosismo cuando pierde sus anteojos, la plata para el pasaje o las llaves de su casa.

“¿Dónde están mis anteojos?”, manifiesta desesperada una persona cuando cree haber perdido sus instrumentos para la vista. Después de esta pregunta, inicia un escaneo intenso por toda la habitación a fin de encontrar las gafas; de repente, el despistado exhala un suspiro de alivio y suelta una risita nerviosa al darse cuenta de que tenía sus lentes colgando del cuello.

La concentración es una palabra que implica demasiado compromiso para los desatentos; cuando están teniendo una conversación, es común que estas personas se queden en la mitad de una frase y no sepan cómo continuar porque se olvidaron de algún nombre o dato clave para seguir con su relato. “¿Cómo era? Cosita..., ¡ah! No recuerdo su nombre, pero la otra vez nos cruzamos con ella”. Este tipo de frases obliga al interlocutor a poner todo su empeño a fin de descifrar correctamente el mensaje.

Si hablás con un despistado, debés asegurarte de que todos sus sentidos se centren en vos. Puede ocurrir que le estés comentando algo muy importante a tu amigo pero, después de unos minutos, te das cuenta de que la mirada de él se desvió hacia un pajarito que bajó en la ventana de la habitación. Llamás la atención del desatento, quien te responde con un tono inocente: “¿Qué dijiste?”.

Cuando organizás una salida con tus amigos, sabés que tenés la misión de ser el ángel guardián del distraído del grupo. Si cruzan la calle, debés cuidar que ningún auto lo atropelle y, mientras van caminando, tenés que aguantar las ganas de reír que te atacan cada vez que tropieza con alguna piedra o desnivel de la vereda.

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Las personas despistadas te dan la impresión de que no tienen un rumbo fijo, pero lo cierto es que si se proponen firmemente prestar más atención a sus actividades, pueden lograr muchas cosas. Eso sí, debés estar preparado para aplaudir con tus palmas frente al rostro de tu amigo distraído cada vez que pierde el hilo de la conversación.

Por Viviana Cáceres (19 años)