En el artículo titulado “Caacupé amaneció llena de basura” se mencionaba que las autoridades sanitarias de la zona temían que se pueda llegar a una grave epidemia de dengue por los criaderos de mosquitos diseminados por toda la Villa Serrana y, por otra parte, se mencionaba que el intendente, Roberto Franco, aseveraba que no contaba con el presupuesto de limpieza para eventos de esta magnitud.
Si nos detenemos en la postura del intendente, ésta puede ser considerada de la más cómoda, hasta si se quiere desinteresada, light, cool, como se quiera, de algo que le compete encauzar porque cae dentro de su dominio de responsabilidad.
En este sentido, Roberto Franco y Pilatos están muy emparentados: “lavarse las manos”. Es decir, “yo no tengo nada que ver en esto”. Mantener limpia la ciudad es competencia propia del municipio. Es más, la autoridad municipal debe saber que no todo lo tiene que hacer él, es propio de las autoridades inteligentes hacerle participar a la comunidad en el quehacer del municipio.
Por todo ello, la recomendación más saludable que se les puede hacer a las autoridades de Caacupé es invertir en “educación ambiental ciudadana”, y esto no solo durante las festividades de Caacupé, sino a lo largo de todo el periodo que le corresponden gobernar, es decir, entregar la posta de la tarea a las siguientes autoridades (si así no funciona el sistema, tengamos fe, llegará el día).
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En el tema de las basuras y otras cosas más, relacionadas con las festividades de Caacupé –no solo en ese municipio del departamento de Cordillera- las tareas de educación ambiental deben ir desde el “antes”, “en” y “después” de los actos religiosos.
La educación ambiental es un arma poderosa en las manos de quien la sabe usar, parte en primer término del convencimiento de la misma autoridad, dándole crédito a la educación y comprendiendo que con ella se puede inducir a los ciudadanos a ser parte integrante en el mantenimiento ambientalmente saludable del municipio, así como lo ha hecho don Feliciano Martínez en Atyrá.
Usar el cesto de basuras implica una disciplina que pasa por la educación; usar correctamente los cestos de basuras, clasificando los residuos, implica más disciplina y más educación, por ello las autoridades deben comprender que la educación ambiental ciudadana es parte de un proceso, y en este sentido puede dar la impresión de que invertir en educación ambiental es echar el dinero en saco roto. Si nos aferramos a esta idea puede ocurrir también lo del intendente de Caacupé, intentar salirse por la tangente, o simplemente recurrir a la gastada artimaña muy enquistada en la cultura de la clase política: hacerse el ñembotavy.
Caacupé puede llegar a ser una ciudad modélica no solo durante las festividades religiosas, sino siempre, esto si las autoridades se disponen. Implementar educación ambiental “antes”, “en” y “después" de las festividades puede llevar a Caacupé a ser una ciudad verdaderamente saludable, de la que podamos estar orgullosos todos los paraguayos, teniendo en cuenta que desde distintos puntos del país concurrimos a ella para rendir homenaje a nuestra Madre Celestial.