Félix de Azara refirió sobre los nombres de esta ave cuanto sigue:
“Ya dije que Tuy [es] Pique o Nigua, y que Y es diminutivo, de modo que este nombre significa Piquecito”; en sus Apuntamientos agregó:
“[Viudita] le llaman algunos en el Paraguay, porque tiene una especie de toca, aunque en Buenos Aires le dan el nombre de cotorra”.
Bertoni la catalogó como Tu’í y Viudita.
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Azara describió a un individuo que llevaba un día de muerto, pero no aclaró si lo había comprado así o cazado él; y, aunque en el mismo manuscrito dice, al ocuparse el Arua’i (Aratinga leucophthalma, su Tuy Portugués o Maracaná verde), que tuvo a una hembra de la especie en su cuarto, no la menciona en dicha descripción.
Señaló, también, que esta cotorra era común en el Paraguay y, en sus Apuntamientos, advirtió:
“vive en bandadas medianas en el Paraguay y hasta en las pampas de Buenos Aires”.
Nomenclatura
Sonnini concluyó que la Viudita de Azara era una especie nueva y, en efecto, pertenece a una subespecie de la Myiopsitta monachus, clasificada en 1817 por Vieillot como Perriche cotorra, o Jeune veuve, o Psittacus cotorra (actualmente Myiopsitta monachus ssp. cotorra) en el Nouveau dictionnaire d’historia naturelle (25, p. 362), a partir de las referencias que Azara dio sobre ella.
El epíteto que identifica a esta especie corresponde a uno de los nombres con que Azara describió a esta ave.
Costumbres y nido
En cuanto a las costumbres y nido del Tu’ĩ karanda’y comentó Azara:
“Esta Cotorra o Lorito es común en esta Provincia (del Paraguay), se domestica mucho, y suelen criarla en las casas, habla, va en bandadas, y hace daño en los maizales. Nada más sé de ella. (…) El doctor don Juan Antonio de Zavala que es quién en varias ocasiones me ha dado noticias relativas a los pájaros, desea que estos mis apuntamientos vayan adelante, y que ha sido mi intérprete en la significación de muchos de los nombres, me ha traído un nido de esta ave que había en su chacra, y es así. Hay aquí un género de Palma en el cual se secan las ramas inferiores y cae la hoja a proporción, que nacen nuevas en las puntas, de modo que siempre conserva el árbol porción de ramas secas sin hojas, debajo de las verdes, formando un erizo, contra dichas ramas secas estaba este nido con seis polluelos. El colchón era de hierba cogida verde, y que por esto conservaba su color. Este colchón y cavidad del nido estaba próxima al tronco del palo o árbol, y es siete pulgadas a poco [la] diferencia de diámetro, porque se arruinó casi del todo al sacarlo. La entrada a ella es por un cañón recto en lo más bajo, y que curvamente tuerce para encontrar la cavidad referida. Ésta, y el cañón o conducto que tiene a él, son cerca de cuatro pulgadas de diámetro, lisos y suaves cuanto cabe por dentro, y la entrada está en lo más bajo, de modo que se entra subiendo y se sale bajando oblicuamente al horizonte. Mirado por fuera el nido es un globo de palitos espinosos secos que, por todos lados, presenta un erizo inaccesible, cuyo diámetro es de tres y medio pies, y como los polluelos están como he dicho junto al árbol, tienen en su defensa tres y medio pies de espinas, todas secas y enlazadas, de modo que no se dejan arrancar fácilmente. Sin embargo el Tuncá, que es el mayor enemigo de los nidos, halla arbitrio para destruir éste, cosa que no es fácil por el cuidado y primor con que está todo aparentemente enlazado”.
En sus Apuntamientos agregó:
“Casi es la única de esta familia que crían en las casas, porque no es delicada, aprende fácilmente a hablar, y lo hace con mucha claridad. No he visto ave más coqueta; porque desde el momento que entra en alguna casa, si no encuentra compañía de su especie, se aparea con cualquiera otra, tomando por su cuenta el enamorarla. Para esto le hace todo género de caricias, la besa, rasca y espulga, provocándola incesantemente con voces, suspiros y movimientos provocativos, hasta que a los quince días se advierte, que al infeliz le dan cursos de sangre, y muere sin remedio. Pero la viuda se entristece poco o nada, y jamás condesciende a las instancias del enamorado, que se llega a enfurecer solicitando inútilmente su satisfacción. Si encuentra pareja de su especie, no son tan inútiles los amores, porque se juntan, y algunas veces ponen huevos, aunque no cuidan de covarlos. / Tiene el ojo más pequeño que todos, mira oblicuamente inclinando la cabeza, vive en bandadas medianas en el Paraguay y hasta en las pampas de Buenos Aires. Difiere de todos, en que no cría en agujeros, sino haciendo el nido en los árboles con infinidad de palitos espinosos. Toda la bandadita cría en los árboles inmediatos, y a veces acomodan en el mismo sus nidos pegados o tocándose; y aún me aseguran, y tengo por cierto, que varias hembras se acomodan y crían en el propio nido. Este es un globo erizado de tres un medio de pies de diámetro exterior con la entrada en un costado, y el colchón de yerba verde, en que cría 3 a 4 pollos parecidos a los padres, porque no hay diferencia sexual. Suele buscar las aguadas para beber como el ñendáy. Habita las quintas y campos, y anda con más soltura que todos en el suelo; para lo cual suele ayudarse con el pico arrastrándolo ligeramente. Es muy mansejona, amiga de fiestas, nada delicada, y la más propia para agradar a su dueño”.
