No se marcó una fecha límite para decidir sobre la joya del fútbol mundial, que se disputa cada cuatro años. La idea viene del director de desarrollo de la FIFA, el francés Arsène Wenger, quien ya en marzo abogaba por alternar cada año Mundial y campeonato continental y de “detener todo lo demás”.
Tener 400 días por año
La idea de un Mundial cada dos años resulta atractiva para los difusores televisivos, pero amenaza con enojar a los campeonatos nacionales, a las confederaciones y a todos los clubes que constatan el agotamiento de los jugadores. “Quizás deberíamos pedir a la UEFA y a la FIFA que amplíen los años. Quizás podríamos tener 400 días por año”, bromeó a mediados de abril Pep Guardiola, entrenador del Manchester City.
Semejante reforma supondría el final de los lucrativos partidos amistosos, reorganizaría las fases de clasificación, atrasaría los torneos continentales programados dos años después del Mundial e impondría a los clubes la liberación de sus internacionales cada verano (boreal), con lo que se retrasaría su incorporación a sus equipos y aumentaría los riesgos de lesiones.
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