La realidad es que Bordalás se enfrentaba a una serie demasiado extensa de registros a batir para alcanzar las semifinales de la Copa del Rey. El primero, acabar con casi catorce años sin victorias ante el Atlético: hay que remontarse a tiempos de Gregorio Manzano para encontrar una hazaña del Getafe (3-2 en el Coliseum); el segundo, acabar con una racha personal de sinsabores ante el cuadro rojiblanco, porque Bordalás no ha ganado nunca, tampoco con el Valencia, al Atlético de Madrid. Y ya suma 14 enfrentamientos.
El tercero, eliminar al Atlético de Madrid de la Copa del Rey. Con anterioridad se habían encontrado en otras dos ocasiones, en 1979 y en 2012 y siempre con victoria rojiblanca; y el cuarto reto, que el Getafe, por primera vez en su historia encadenara cinco victorias seguidas a domicilio en partidos oficiales. Consiguió cuatro en 2018 y en este 2025 alcanzó el mismo número tras ganar al Pontevedra, Granada, Las Palmas y Real Sociedad.
La larga lista de listones que había que superar no formaban una montaña para el Getafe. Más bien era una cordillera. Y, Bordalás, con un aura extrañamente pesimista, lanzó unas declaraciones antes del duelo que auguraban poca batalla: "Tenemos muy pocas opciones, hay que ser realistas". Acuñó esa frase el pasado sábado, justo después de empatar contra el Sevilla en el Coliseum. Pudo ser un lapsus, pero 48 horas después, en la rueda de prensa previa al choque ante el Atlético, insistió: "Hay que ser realistas, la eliminatoria va a ser tremendamente difícil".
Centrados en sobrevivir en la Liga, y tal vez contagiados por el poco optimismo de su entrenador, los jugadores del Getafe saltaron al terreno de juego con una apatía inaudita en un equipo de Bordalás. Y Giuliano Simeone tardó apenas ocho minutos en iniciar la agonía del cuadro azulón. Con una pequeña ayuda involuntaria del árbitro, eso sí. Guillermo Cuadra Fernández obstaculizó a Christantus Uche cuando iba a recibir la pelota y el Atlético pudo seguir la jugada hasta abrir el marcador.
Pero la realidad es que a Bordalás no le salió bien su apuesta. Otorgó la titularidad a sus dos nuevos jugadores, Juan Bernat y Ramón Terrats, apenas recién salidos del horno tras firmar por el Getafe a última hora del final del mercado de invierno. Ambos demostraron que necesitan mucha mili con su nuevo entrenador. Les faltó garra, esa de la que también carecieron el resto de sus compañeros.
Y con ese guión, el Atlético de Madrid se marchó al descanso con un 3-0 a favor. Bordalás revolucionó el banquillo y del descanso salió con tres jugadores nuevos: Juanmi Jiménez, Borja Mayoral y Carles Pérez. Aunque el Getafe se convirtió en un equipo más reconocible y batallador, ya era tarde, el daño estaba hecho. Los tres goles del inicio eran una cuesta inasumible y menos en un estadio como el Metropolitano, que celebró el cuarto de Ángel Correa y el quinto de Alexander Sörloth.
El reloj corrió como una losa para el Getafe. Los minutos pasaron lentamente, uno a uno hasta la sentencia final. El partido número 27 sin ganar al Atlético y el número 14 de Bordalás sin victorias ante Simeone, llegaron sin piedad. Los aficionados esperaban una batalla en el camino hacia los cuartos y se encontraron con el día de la marmota: un Atlético-Getafe, en cualquier competición y en cualquier estadio, es sinónimo de puntos o victorias para el equipo de Simeone. Y es que, en esta ocasión, el poco optimismo de Bordalás generó una extraña apatía en el Getafe, otra vez derrotado por un equipo que es oficialmente su kryptonita.