Spalletti, dos años grises al frente de Italia

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Roma, 8 jun (EFE).- Luciano Spalletti, dos años después de llegar como la gran esperanza ante la crisis de la selección italiana, se despide del carg de la o sin haber cumplido las expectativas y con una derrota sonrojante ante Noruega (3-0) que complica sobremanera la clasificación de la Azzurra al próximo Mundial.

Le queda a Spalletti el duelo ante Moldavia de este lunes para, al menos, resarcirse y dejar paso al siguiente seleccionador con una victoria obligatoria que mantenga las opciones de Italia de estar en la cita mundialista, torneo al que no acude desde 2014 y el principal motivo por el que la Federación Italiana de Fútbol (FIGC) le entregó las llaves del banquillo.

Llegó a la selección italiana en agosto de 2023 como campeón del 'Scudetto' con el Nápoles. De manera inesperada porque la dimisión de Roberto Mancini fue una sorpresa. Tuvo que pelear al FIGC con el Nápoles y su presidente, Aurelio De Laurentiis, para cerrar la incorporación del técnico, pues aunque había decidido no continuar en el club partenopeo tenía contrato en vigor.

Después de idas y venidas, de tiras y aflojas, Italia se encomendó al hombre que acabó con 33 años de sequía en Nápoles. Y con un fútbol total. Las expectativas se pusieron por las nubes y la realidad es que solo un breve tramo de la 'Era Spalletti' las cumplió.

De 23 partidos, solo 11 victorias. Los 12 encuentros restantes, empates y derrotas a partes iguales.

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Consiguió la clasificación de Italia para la Eurocopa. Viajó a Alemania para defender la corona de campeón de 2021. Metió presión a los jugadores, les encomendó la complicada tarea de devolver a Italia al lugar que históricamente siempre ocupó. Y fue un gran error.

Italia no fue reconocible en la Eurocopa. Ganó a Albania en la fase de grupos. Empató de milagro con Croacia y perdió contra España. Pasó a octavos y llegó la gran decepción. Contundente derrota ante Suiza (2-0) que puso ya en duda la continuidad de Spalletti.

Recibió el apoyo de la FIGC y se mantuvo en el cargo. A partir de ahí, varió su manera de trabajar. "Presioné demasiado a los jugadores y no les di tiempo para disfrutar de la belleza de la camiseta de Italia. Ahora, después de un análisis profundo, tengo que cambiar algunas cosas y enviar un mensaje diferente", declaró entonces.

Dicho y hecho. Llegaron los mejores meses de Italia. Cinco partidos consecutivos sin perder a finales de 2024, inmediatamente después a la derrota ante Suiza. Victorias ante Francia, Israel y Bélgica. Y cuartos de final de Liga de Naciones ante Alemania, donde se quedó a las puertas de las semifinales.

Parecía encaminado el rumbo de Italia. No con un juego brillante, pero sí con solidez. La suficiente como para no pensar que podía quedarse fuera del próximo Mundial.

Hasta que este viernes todo se vino abajo. Otra vez. Una goleada encajada con Noruega que dejó la clasificación directa muy complicada revivió la pesadilla. Los fantasmas de otra catástrofe mundialista fueron demasiado para la FIGC, que tomó la decisión de cambiar de técnico.

Spalletti no hubiera renunciado. Así lo hizo saber cuando comunicó su despido. Quería continuar para corregir esa derrota, para devolver a Italia al Mundial 12 años después. Ese era su objetivo y se marcha sin haberlo alcanzado, tras dos años irregulares, casi grises, al frente de una Italia que ya piensa en un sustituto. Claudio Ranieri y Stefano Pioli, los favoritos.