Olimpia es sinónimo de Copa Libertadores. La historia unió al máximo ganador nacional y al certamen internacional en tres ocasiones. El primer abrazo del Decano con el trofeo más importante de clubes en el continente fue en la década del setenta. El fútbol paraguayo emergía entre los argentinos, uruguayos y brasileños, que habían conquistado el campeonato en las primeras 19 ediciones. Pero la historia siempre guarda un capítulo para las hazañas y el 27 de julio de 1979, el Franjeado escribía la primera.
El título local de 1978 y la llegada de Luis Cubilla permitieron que Olimpia este a la altura de los dominadores de Sudamérica. El Decano superó el Grupo 2 como líder: ganó seis partidos y perdió un juego en una serie conformada por Sol de América y los equipos bolivianos de Jorge Wilstermann y Bolívar. La suerte parecía estar de lado de los paraguayos, que con un formato diferente al actual, debía disputar las semifinales con Guaraní de Brasil y Palestino de Chile. Del otro lado, Boca Juniors, Independiente y Peñarol, como un guerra, tenían que pelear por el boleto.
El Franjeado ganó tres de los cuatro cotejos que jugó y clasificó a la final con una diferencia de cuatro puntos sobre el segundo, mientras que el Xeneize y el Rojo tuvieron que disputar un desempate, graficando la dificultad del grupo. Boca ganó 1-0 y avanzó a la tercer definición consecutiva. Por entonces, el conjunto de Juan Carlos Lorenzo era bicampeón continental y firme candidato al título, pero el destino regaló la gloria al menos favorito: Osvaldo Aquino y Miguel Ángel Piazza adelantaron a Olimpia en la serie después del 2-0 en Asunción el 22 de julio.
La revancha, cinco días después, en una Bombonera repleta, que anhelaba la remontada, los dirigidos por Cubilla, Ever Hugo Almeida, Rubén Giménez, Alicio Solalinde, Roberto Paredes, Carlos Kiese, Hugo Talavera Luis Torres, Evaristo Isasi, Enrique Villalba y los autores de los goles de la ida, sostuvieron la ventaja y luego del 0-0, gritaron campeón por primera vez en la historia. El país festejaba el segundo logro continental después de la Copa América 1953 y abría la puerta a más conquistas.
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