En una emotiva intervención ante la comisión de Cultura y Deportes de la Cámara de los Comunes (baja), el antiguo lanzador del club del norte de Inglaterra, británico de origen pakistaní de 30 años, dio detalles de una odisea que empezó ya como juvenil a los 15, cuando sus compañeros le obligaron a tragar vino después de inmovilizarle.
Como musulmán, esta fue una afronta traumática, pero aún le llevó tiempo darse cuenta de que no iba a ser un incidente aislado, sino que los insultos, las humillaciones y la discriminación practicada por sus colegas bajo el amparo de la directiva serían una constante en su carrera y la de otros colegas de color, sobre todo asiáticos.
Aunque hoy reveló nuevos incidentes, Rafiq denunció por primera vez a su viejo club en septiembre de 2020, lo que motivó una investigación que, si bien le dio la razón, se saldó sin que nadie fuera disciplinado.
Desde entonces, el Consejo del Críquet de Inglaterra (ECB, en inglés) ha prohibido al Yorkshire County Cricket Club acoger partidos internacionales, algunos patrocinadores se han retirado y han dimitido el presidente, Roger Hutton, y el director ejecutivo, Mark Arthur.
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El testimonio de Rafiq bajo inmunidad parlamentaria ha puesto en evidencia las disfunciones en el seno de un deporte que, aunque se juega en todo el Reino Unido y la Commonwealth (excolonias y protectorados británicos), simboliza sobre todo el poderío de Inglaterra, con flemáticos partidos que se alargan varios días trufados de pausas para tomar el té.
Uno de los episodios más dañinos revelados este martes por el informante ha sido el "inhumano" trato que recibió en 2017, el día que volvió a entrenar tras la muerte de su hijo nonato, cuando el entrenador Martyn Moxon le convocó en un aparte para "hacerle pedazos".
Tanto en el Yorkshire, como en el Headingley o la selección de Inglaterra fue insultado por colegas de renombre como Gary Ballance o Alex Hales, que le llamaban -como a otros asiáticos- de forma peyorativa "Kevin", con el significado de persona inútil de otra raza.
Hales "llamó Kevin a un perro porque era negro", explicó Rafiq, que asegura que el racismo "está institucionalizado" en el críquet y lamenta que su decisión de denunciarlo le ha costado su carrera.
En el vestuario, los jugadores del subcontinente asiático eran "pakis" (grave insulto en el Reino Unido) o "lavadores de elefantes", a los que se arrinconaba o se sugería que se sentaran "cerca del lavabo", explicó hoy.
Rafiq dijo a los diputados que, en sus inicios en el deporte, entró en un vestuario lleno de sus "héroes", como Michael Vaughan o Matthew Hoggard, pero pronto empezó la discriminación, por jugadores "abiertamente racistas" y otros "que lo presenciaban y no hacían nada".
"Nadie le daba importancia. Y parecía haber una aceptación dentro de la institución por parte de los líderes, y nunca nadie lo erradicó", afirmó.
Rafiq dice que espera que sus revelaciones sirvan para transformar el deporte del críquet, como está sucediendo por ejemplo con el fútbol, donde el racismo es actualmente menos tolerado.
"Lo único que yo quería era jugar al críquet y jugar para Inglaterra y vivir mi sueño y el sueño de familia", dijo en el Parlamento.
El ECB ha designado una comisión para investigar el presunto racismo en el deporte, pero Rafiq es escéptico: "Lo que se necesita es pasar a la acción, estamos hartos de comisiones e investigaciones", declaró.
"Lo único que pedimos es igualdad, que se nos trate con justicia al margen del color de nuestra piel o nuestra religión. Solo respeto como parte de la especie humana. En 2021, no deberíamos siquiera estar teniendo esta conversación", mantuvo.
