O'Sullivan logró en el teatro Crucible de Sheffield su séptima corona mundial e igualó con otro de los grandes de los últimos tiempos, el escocés Stephen Hendry, campeón en 1990, cinco ediciones seguidas entre 1992 y 1996, y en 1999.
Ronnie tuvo que superar en la final a su compatriota Judd Trump, que defendía además su condición de número uno del ránking mundial. El inglés de Wordsley supo mantener la concentración, elevó el nivel de su juego y decantó el título a partir de la segunda sesión. Resistió la presión y acabó ganando por un marcador final de 18-13.
O'Sullivan añadía así su séptima corona tras las conseguidas en 2001, 2004, 2008, 2012, 2013 y 2020. Veintiún años de lapso entre la primera, en la que venció a otro mito como John Higgins, y esta última. Con 46 años es el campeón mundial más veterano, con diez meses más que Ray Reardon cuando se impuso en 1978 a Perrie Mans.
Llegó a la presente edición sin unos resultados excesivamente buenos, pero encontró de nuevo la concentración y el juego de sus mejores días. Sus víctimas, sucesivamente, fueron David Gilbert (10-5), Mark Allen (13-4), Stephen Maguire (13-5) y el propio Higgins (17-11) antes de superar a Trump.
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De "letal" y "animal diferente" le había calificado Higgins tras la semifinal. Perdió la primera partida ('frame') (0-98). A partir de ahí, sobre todo en la segunda sesión, The Rocket despegó sin que Trump pudiera detenerlo. Tan solo un amago de remontada en la tercera tanda. O'Sullivan ya había encarado su inclusión en el séptimo cielo.
No fue su victoria más contundente en una final mundialista, pero quizá sí tremendamente relevante por la entidad del rival. A Graeme Dott, Ali Carter y Kyren Wilson ya les había superado por 18-8.
No solo igualó con Hendry y se convirtió en el más veterano en ganar el título mundial, sino que O'Sullivan logró el récord de 39 victorias en torneos de ránking y 21 en torneo de la Triple Corona. Y lo hizo once años después de pensar en la retirada, cuando tenía 35 años. "Pensé entonces que había terminado", admitió el campeón mundial, quien reconoció que una visita al psiquiatra Steve Peters modificó su decisión.
The Rocket no le concedió demasiada importancia a la cuestión del récord: "Significó más para él (Hendry) que para mí tener siete títulos mundiales, pero lo compartiremos. Hendry es una leyenda absoluta. Esto es solamente un número. No me dejo absorber demasiado por esto".
El escocés tuvo palabras de elogio, no obstante, para O'Sullivan: "Es un artista, una máquina de ganar. Dice que no le preocupan los récords, pero ahora querrá ocho. Ha tenido una actuación asombrosa, cómo ha dominado el torneo".
Ahora la clave está en si el jugador con más talento y más especial, también uno de los más polémicos, mantiene su confianza e interés en el snooker, ese que en determinadas ocasiones, etapas y torneos, parece perder. De momento disfruta de su nueva corona y de su vuelta al número uno.
