La isla, que estuvo prácticamente cerrada al exterior los dos primeros años de pandemia, ha visto en el circuito de Marina Bay, sede del Gran Premio de Singapur, el decimoséptimo del año -que arrancó el jueves y termina el 3 de octubre-, una oportunidad sin parangón para reabrirse al mundo a lo grande.
El pequeño país, de menos de 5,7 millones de habitantes y planificador hasta la médula, ha utilizado el gancho de la competición para organizar conferencias de alto nivel en paralelo, como el foro Time100 de liderazgo, la cita financiera SuperReturnAsia y la Semana Cripto en Asia.
En total, serán cerca de 100.000 visitantes extra, según cálculos de la Oficina Nacional de Turismo, muchos de ellos multimillonarios y ejecutivos de grandes empresas, que tendrán acceso a las actividades organizadas con motivo de la Fórmula Uno, como megafiestas en los clubes más selectos de la isla o los conciertos de Green Day, Black Eye Peas, Marshmello y Westlife.
En Singapur por la conferencia sobre criptomonedas, el empresario estadounidense Rembrandt Flores no escatimará recursos en la que será su primera Fórmula Uno de Singapur, y afirma al diario The Straits Times haber comprado un paquete que le permite un lugar privilegiado para seguir las carreras, comidas en exclusivos restaurantes y acceso a las fiestas más privadas por 30.000 dólares.
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"Es un espectáculo de lo mejor y no puedo esperar a disfrutar la experiencia", declaró a este medio.
El show en torno a la F1 no es apto para todos los bolsillos y está cada vez más destinado a los visitantes de fuera, con un total previsto de 300.000 espectadores este año -cifras no vistas en la ciudad-Estado desde la inauguración del campeonato en 2008-.
Esta alta demanda infla los precios del transporte o el ocio nocturno de la isla, lo que también invita a muchos a quedarse en casa hasta que la Fórmula Uno llegue a la meta y Singapur recobre su habitual orden.
