Hasta hace poco más de tres años, Pike Bidea era una cota desconocida y desde entonces está en el punto de mira por lo durísimo de sus cuestas, de hasta el 20 por ciento de desnivel.
Curiosamente, lo descubrió una carrera durante muchos años hecha a la medida de los sprinters, el Circuito de Getxo. La prueba vizcaína quería añadir algo de picante a un recorrido a veces tedioso y, además de colocar la meta en el muro de Arkotxa, incluyó Pike.
A pesar de ser considerado de Tercera categoría, la Cote de Pike no es un puerto, es un muro. Una de esas paredes verticales que busca el ciclismo moderno y en las que es experta la Vuelta a España. Que, quizás por aquello de ser de la misma empresa (ASO), le ha trasladado la idea al Tour de Francia.
Una subida corta y explosiva. Apenas dos kilómetros de ascensión desde Sondika hasta Artxanda, un privilegiado mirador a Bilbao, al 10 por ciento de desnivel. Aunque el ascenso fetén se constriñe al último kilómetro, al 12,6 de desnivel y con 500 metros al 15,6. Tremendos tramos al 11, al 14, al 15, al 16 ... para alcanzar su máxima dureza al 20.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Como novedad de los últimos días, la organización ha anulado los segundos de bonificación que tenía previsto en Pike (8”, 5” y 2”) para no impedir que el primer maillot de la carrera sea el vencedor de la primera etapa.
JAIZKIBEL Y EL VIVERO, LA TRADICIÓN
Nada que ver con las subidas históricas, más largas pero bastante menos pronunciadas. No obstante, también esos puertos conocidos de la carreteras vascas tendrán su espacio en el arranque de la Grande Bouclé.
Así, la primera etapa pasará también por El Vivero y la segunda por Jaizkibel, ambos de estricta Segunda. El Vivero (4,2 km al 7,3), que precederá a Pike Bidea, es un puerto icónico para la afición vasca, fundamentalmente tras el triunfo de Igor Antón con el naranja del Euskaltel en la etapa de la Vuelta de 2011 que acabó en Bilbao.
Jaizkibel es el puerto de la Clásica San Sebastián. Un alto estimable (8,1 km al 5,3), pero ya carente de la dureza necesaria para romper un pelotón. Por eso, en la carrera UCI World Tour donostiarra no hacen más que añadirle cotas que endurezcan la llegada al Boulevard.
Una de ellas es la de Murgil-Tontorra, parecida a la de Pike (2,1 km al 10,1 y tramos de hasta el 19). Pero quizás al Tour le haya parecido demasiado dos paredes así para las dos primeras etapas. Más encauzadas, en principio, hacia los secundarios que a los principales protagonistas.
ARRATE, LA AUSENCIA
Pero más que a Murgil, al puerto que se le echa de menos en este arranque vasco del Tour es al de Arrate. Emblemático como pocos, en Arrate, en Eibar, localidad que tampoco visita la carrera, cuenta la leyenda que empezó todo. El ciclismo vasco y también el español.
Arrate y Eibar han sido protagonistas como pocos del deporte de las dos ruedas, pero parecen otros tiempos y esta vez dejan el relevo a Pike Bidea, el muro que promete enfilar ya el primer día el Tour 2023.
