Scheffler, el yanqui tranquilo que antepone la familia y la fe al golf

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Carlos Pérez Gil Redacción deportes, 21 jul (EFE).- Su victoria en el Abierto Británico de golf con tan solo 29 años ha aupado al estadounidense Scottie Scheffler a la categoría de leyenda y ha desatado las comparaciones con su compatriota Tiger Woods, aunque el techo del gran mito de los ‘greenes’ parece aún lejano de alcanzar.

El número uno indiscutible del ránking desde mayo de 2023 era ya una referencia deportiva en su país, si bien su triunfo en el único ‘major’ que se disputa fuera de Estados Unidos, su comportamiento durante el torneo y su celebración familiar tras recibir el trofeo han amplificado la figura de un golfista llamado a marcar una época.

Pero la aureola que se ha forjado Scheffler no conecta con el estilo de las grandes estrellas del deporte del siglo XXI, más caracterizadas por la fama y la exposición mediática y publicitaria y la viralidad en las redes sociales.

“Mi fe y mi familia son lo más importante para mí. El golf es el tercero en ese orden. El golf no es cómo me identifico. No me identifico por ganar torneos, por perseguir trofeos o por ser famoso. No me considero diferente por haber ganado un torneo. Intento tener una vida lo más normal posible porque me siento un tipo normal”, resumió Scheffler su forma de ser una vez que alzó su primera Jarra de Clarete.

El jugador, nacido en la pequeña localidad de Ridgewood, a 40 kilómetros de distancia de Nueva York, aunque criado en Dallas desde niño, ya dejó clara su filosofía de vida en la víspera de participar en el torneo británico ante la estupefacción de quienes interpretaron que el golf no le llenaba lo suficiente.

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Él puntualizó que siempre soñó con triunfar en el 'green' y en citas como el Abierto Británico, pero que su motivación diaria no pasa por conquistar campeonatos.

“El hecho de ganar un torneo o lograr algo no te hace feliz. Al final del día, hay más en la vida que jugar al golf”, reafirmó Scheffler con la serenidad con la que se le vio golpear la bola y caminar por el campo norirlandés de Royal Portrush durante los cuatro días de competición.

La primera persona que buscó con la mirada el golfista texano en el último hoyo fue Meredith, la novia a la que conoció en el 'college' y con quien se casó en diciembre de 2020.

En mayo de 2024, pocas semanas después de conseguir su segundo Masters de Augusta, nació Bennett, el bebé que humanizó la clausura cuando intentó gatear hacia su padre con el chupete en la boca para tocar la Jarra de Clarete.

“Si el golf afecta mi relación con mi esposa o mi hijo, será el último día que juegue al golf para ganarme la vida”, sostiene Scheffler para reivindicar el peso que tiene su familia y su círculo más estrecho.

Su otro pilar es la religión. Según él, la fe cristiana es lo que le define como persona y no el éxito en el deporte.

Su lectura se ciñe a la Biblia y a libros espirituales, en los que encuentra la paz que rige su manera de comportarse dentro y fuera de los campos de golf.

Quizá por su moralidad, aún le escuece la foto de su detención en mayo de 2024 justo antes de participar en el Campeonato de la PGA en Lousville (Kentucky) acusado de desobedecer y agredir a un policía que le paró en un control de tráfico.

Las dudas sobre la versión del agente llevaron al fiscal del condado a archivar el caso al considerar que no había suficientes pruebas.

En la vitrina de Scheffler ya lucen cuatro ‘majors’: dos Masters de Augusta (2022 y 2024) y los dos de este año, el Campeonato de la PGA y el Abierto británico.

Para completar el Gran Slam, solo le queda conquistar el Abierto de Estados Unidos, cuya última jornada de la edición del próximo año coincidirá con su 30 cumpleaños, aunque en su mente solo está festejar en casa el triunfo en Royal Portrush.

Otro dato que alimenta su comparativa con Tiger Woods es que entre su primer grande y el cuarto transcurrieron el mismo número de días, 1.197.

“Tiger ganó quince ‘majors’ y yo cuatro. Solo he llegado a una cuarta parte de su camino. Él es único en el golf”, marca distancia Scheffler sobre Woods, quien con la edad del actual rey del golf ya atesoraba once grandes.

Al que en Estados Unidos se le vea como un nuevo héroe contribuye su patriotismo, inculcado por su padres, descendientes de varias generaciones de norteamericanos, aunque con raíces alemana e italiana.

Cuando ganó la medalla de oro en los Juegos de París, se declaró orgulloso de su país. "Aprendí desde pequeño a quitarme el sombrero y a ponerme la mano sobre el corazón para cantar el himno nacional. Mis padres me enseñaron desde pequeño lo que significaba ser estadounidense y ser libre", remarcó entonces.

Al número uno del mundo le refuerza que su principal rival es también una leyenda, como es el norirlandés Rory McIlroy, de 36 años, quien este año completó el Grand Slam al vestirse la chaqueta verde en Augusta, su quinto torneo grande.

“Solo dos o tres jugadores en la historia del golf han tenido una racha como la que ha tenido Scottie en los últimos dos años y medio. Es realmente impresionante. Además, es una gran persona y un embajador maravilloso de nuestro deporte”, elogió McIlroy sobre la victoria de su competidor.