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El caso es que aunque muchos no lo admitan, esta victoria de ayer de Floyd Mayweather relativamente fácil contra el peleador Conor Mcgregor era tan necesaria para el boxeador como para el boxeo en general porque estaba en juego el prestigio de este viejo deporte ante la intrepidez y el atrevimiento de otro mucho más nuevo.
De haberse visto al menos una actuación dominante del gran peleador del MMA que nunca se había subido a un ring ante el mejor exponente del boxeo en los últimos años, indiscutiblemente que el boxeo hubiera sufrido la gran derrota, el gran chasco para este deporte y para todos los que se relacionan con él.
Las huestes de las artes marciales mixtas hubieran ratificado que su mundo es superior y que uno de sus peleadores sin haber boxeado nunca había sido capaz de imponerse a un experimentado boxeador, pero la lógica, una vez más prevaleció y el abanderado del boxeo sin una actuación avasalladora ni mucho menos fue el vencedor al impartir otra lección básica de lo que significa el box.
Esta vez querían que ganen muchos, pero muchos de los que desearon por años que Mayweather fuera derrotado algún día: viejos rivales suyos, entrenadores y medios del boxeo, etc, desearon esta vez la victoria en sus corazones, porque repito, Floyd en esta pelea nos representaba a todos; fue como el abanderado de todos los que se mueven dentro del mundo del box.
Ese décimo asalto donde Mayweather venció por TKO fue el punto final de un evento que si bien muchos llamaron circo, independientemente de todos los intereses económicos que generó, no fue sino la gran batalla por la hegemonía de esos mundos.
Mcgregor hizo el gran intento como novato; se le reconoce por su esfuerzo ante un consagrado, pero cometió el error de irse hasta otro mundo que no es el de él a irrespetar desde allí, y como invasor al fin, Mayweather se encargó de ponerlo en su lugar. Al vencer Floyd, venció el boxeo al cual hay que respetar.
Aquellos que apostaron por la victoria de Mcgregor, acaso por pertenecer a ese mundo del MMA, acaso por ser irlandés, acaso por no tener la más mínima idea sobre lo que significa boxeo o acaso aquellas y aquellos que lo adoraban por su carisma y por su singular forma de andar y de hablar, debieron también aprender la lógica lección, una lección ofrecida por un veterano Floyd Mayweather que si bien ya no es el mismo con sus cuatro décadas y su inactividad, es uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos.
¡El boxeo sigue siendo el boxeo! Amén.
Por Manuel Menéndez