Desde su nacimiento, en San Lorenzo, el 8 de agosto de 1942, Rosa Antonia González Arrosse fue como mimada por la música.
Tenía 4 o 5 años cuando recuerda que su tía Adela, hermana de mamá María Fadua Arrosse, la alzaba sobre el mostrador del negocio de su padre, Luis González Lérida, para hacerla cantar. Y era siempre invitada a cumpleaños infantiles donde le pedían alguna canción. “Yo me escondía, no me gustaba hacerlo en público. Hasta me preguntaba ‘¿será que si no canto me van a invitar?’”.
El ritmo de su infancia se fue afinando con participaciones en veladas escolares. En aquellos tiempos, fue el profesor César Medina quien le dijo: “Ñeca, tenés que estudiar Teoría”. Y venía a su casa a darle lecciones para aprende a leer claves y notas. “No me gustaba estudiar música, pero el señor Medina me tenía paciencia”.
Los concursos estudiantiles la tenían como numero fijo. Así fue desarrollando esa pasión por los sonidos.
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A los 15 años, tuvo oportunidad de integrar el elenco artístico del Ballet Folclórico Paraguayo de Inocencio Báez Villalba. Con el grupo conformado por Reina Menchaca, Lilú Torres, Nina Acosta, Eldo Barúa y otros bailarines viajó a Miami (EE.UU.). “Hacíamos una presentación coreográfica del tema ‘Noches del Paraguay’, con un esfuerzo enorme que me dañé las cuerdas vocales. Pero fue interpretando este tema que viví uno de los momentos más emotivos de mi vida. Al terminar la actuación, se me acercó una señora con lágrimas en los ojos a decirme en inglés que no entendía lo cantaba en español, pero que le emocionó profundamente. Sentí que estaba haciendo algo muy lindo”.
Al volver, se integró al conjunto del actor Ernesto Báez. Cantaba en sus espectáculos, pero terminaba la jornada ronca, con la voz muy esforzada. Y fue el mismo Báez quien le sugirió tomar clases de canto con Sofía Mendoza. “Recuerdo que tenía 18 años y fui junto a la profesora Sofía. Ella me escuchó y en pocas palabras me dijo que iba a darme una beca. Me dio una beca por siete años y con una paciencia infinita esa señora me corrigió la voz. Puedo decir que ella me recuperó la cuerdas vocales”.
Por aquel entonces, Sofía Mendoza tenía un programa llamado “Jueves de Gala”, que se emitía por Canal 9 TV. Cerro Corá. Invitaba a sus mejores alumnos, Ñeca iba seguido.
Luego de finalizar en 1967 sus estudios con la maestra, se habilitó la Escuela Municipal de Canto. Y Sofía Mendoza la eligió a ella y a Clotilde Balmelli para ser las primeras profesoras de canto. “Así me inicié en la enseñanza”.
Tras 15 años de docencia musical, Ñeca decidió retirarse de la Escuela Municipal de Canto. “No veía a mis hijos, Claudia, Patricia, Luis y Natalia, por el cúmulo de actividades profesionales que tenía. Y quería estar con ellos, entonces tuve que retirarme de ahí”.
Al llamado de su vocación, la contralto optó por abrir en 1984, en su casa, el Instituto de Canto llamado “Euterpe” (Musa griega de la música), donde recibe alumnos hasta hoy. Además, continúa dando clases de Técnica Vocal y Teoría en el Conservatorio Nacional de Música y es preparadora vocal de la Ópera de UniNorte. Ñeca González hizo escuchar su voz en escenarios de países como Argentina, Brasil, EE. UU., España, Taiwán. La música también le dio premios: en 1965 fue ganadora del Primer Festival Latinoamericano del Folclore, en Salta, Argentina.
A nivel local dio conciertos de arias antiguas con Aura Mendoza, en Pilar; cantó zarzuelas en Encarnación y Asunción y grabó discos.
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