Comedia desinhibida sobre una edad de grandes cambios

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Keith L. Williams, Jacob Tremblay y Brady Noon son Lucas, Max y Thor, respectivamente,  los protagonistas de la comedia “Chicos buenos”.
Keith L. Williams, Jacob Tremblay y Brady Noon son Lucas, Max y Thor, respectivamente, los protagonistas de la comedia “Chicos buenos”.Archivo, ABC Color

Las comedias de adolescentes sobre sus primeras experiencias sexuales son un clásico del cine estadounidense. Claro, en este rubro se han hecho grandes pavadas, para captar audiencias poco exigentes. Pero “Chicos buenos” es un producto más interesante por lo novedoso y desinhibido de su planteamiento.

Antes que nada, los protagonistas no son adolescentes. Son niños que están convirtiéndose en adolescentes. Son tres buenos amigos que harán todo lo posible para ayudarse entre ellos. Son chicos inocentes que lidiarán con cosas que no son acordes con su edad, pero que en su candidez lograrán salir de las situaciones que se les presentarán.

La cosa es así: Max está enamorado de una compañera y ha sido invitado a una fiesta de besos, al cual ella asistirá también. Nunca ha besado a una nena y no quiere pasar por un papelón. Entonces, toma el dron de su padre y decide espiar a su vecina que tiene un novio. Pero el dron se rompe y deberá conseguir uno nuevo antes de que su padre vuelva de un viaje.

A Thor le encantan los musicales, pero para los otros chicos (que no son amigos del grupo), eso es cosa de “nenitas”. Entonces, está en el dilema de que debe ser aceptado como un niño rudo.

Finalmente, para Lucas la cosa no está muy fácil porque sus padres han decidido divorciarse, y él piensa que debe mantenerse en buena onda con sus amigos, como si no estuviera pasando nada grave.

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Los tres irán a la fiesta de besos y harán todo lo posible para conseguir el dron del padre de Max.

La película plantea esta historia que en otras manos tomaría un camino más facilongo y soluciones vulgares. Pero el director Gene Stupnitsky conduce la historia apelando a cuestiones que no son apropiadas para niños de doce años, pero lo hace con altura. En este filme no hay golpes bajos. Se recurre a temas que los chicos de esa edad están expuestos, pero lo hace con naturalidad, sin moralinas ni chabacanería. Lo importante es que el filme retrata una edad de cambios y lo hace con todo lo que eso involucra, sin juicios de valor. El resultado es una comedia ingeniosa y divertida.

sferreira@abc.com.py