La fotógrafa contó que muchos factores influyeron a la hora de decidirse a desarrollar este ensayo, ya que hacía mucho tiempo que no tenía un proyecto personal. “Quería demostrar que la fotografía de estudio también puede comunicar valor, ser arte y generar un cambio”, expresó Ferreira a ABC Color.
“Detrás de la piel” tiene “raíz” en sus vivencias personales, afirmó, ya que ella se dedica principalmente a retratar a recién nacidos, como también el vínculo entre padres e hijos. Por ello, a comienzos del año pasado la idea empezó “siendo un tema enfocado a retratar de manera más natural la maternidad y el postparto”, pues con su trabajo le pasaba que algunas clientas le comentaban su arrepentimiento por no tener registro de su embarazo, “porque estaban gordas, reventadas, entre otras expresiones fuertes”, indicó.
“En otros casos no se dejaban fotografiar con su bebé porque ‘no estaban bien en ese momento’, lo que implica un nivel más profundo de ‘no me encuentro en el parámetro aceptable de cómo se ven las mamás’ porque cada vez más la fotografía de familia e infantil pone de moda imágenes muy fantasiosas y con un exceso de Photoshop (cosa que desde inicio de los 2000 se buscó disminuir en la fotografía de moda) y genera impactos negativos, porque mientras más frecuente se vuelven, se convierte en el parámetro de lo ‘normal’ y lo que todos deberíamos ser”, afirmó desde su perspectiva.
También recordó los pedidos de edición “innecesarios”, como por ejemplo el “disminuir la panza” teniendo las madres dos a tres semanas de haber dado a luz, cuando “es normal que esa panza exista, pero no estamos acostumbrados a verla o saber que es normal, porque no lo vemos en fotografía”, consideró.
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Entonces Andrea pidió ayuda a una amiga suya, Adriana Vargas, especialista en psico-nutrición, para que su proyecto “tenga un soporte más profesional” y comenzó desde ahí a retratar la etapa de postparto. “Lo planteé como mi ensayo fotográfico anual, pero a los pocos meses me llamaron de Dove para formar parte de su equipo de embajadoras de la marca, lo cual incentivó en mí muchos cambios a nivel personal y me di cuenta que iba más allá del postparto”, declaró.
Al respecto de la profundidad de su ensayo, la fotógrafa conversó con ABC Color:
¿Cuál fue tu necesidad a la hora de pensar que este proyecto debía ser compartido con toda la gente?
Es mi responsabilidad como fotógrafa mostrar una versión más natural y reconocible. Para poder cumplir mi misión de retratar la historia visual de las familias necesitaba “poner de moda” este estilo de imágenes. Después de publicar las primeras fotos, recibimos muchísimos mensajes positivos y nos dimos cuenta de que podíamos hacer mucho más. Mi proyecto de ensayo exigía la presentación de fotos casi cada semana, por tanto tenía que investigar y entrevistar constantemente. Mientras más conversaba o investigaba, más historias escuchaba sobre mujeres que no se dejaban fotografiar o con historias muy sensibles. Sin darme cuenta empecé a dar un espacio de confianza y personas completamente desconocidas me escribían a contar sus historias y lo bien que les hacía ver una versión de mujer con la que se sentían más identificadas. Desde ahí fue creciendo como una bola de nieve, hasta el punto de abrumarme y sentir que no podía hacer suficiente para darle a todas las mismas oportunidades. Fue una etapa muy satisfactoria pero a la vez muy frustrante por todo lo que escuchaba.
¿Cómo seleccionaste a las retratadas y cuánto tiempo te llevó tomar las fotografías?
Necesitaba retratar diversidad y esa es una misión casi infinita, porque implica un panorama muy amplio. La convocatoria fue principalmente por Instagram, publicaba que necesitaba modelos citando ciertas características y la gente me iba contactando. Algunas fueron muy difíciles porque no es cualquier cosa pedirle a alguien: “Hola ¿me dejás hacer fotos de todo lo que te hace diferente y contarle al mundo?” cuando uno no se siente 100% seguro. Ni yo me siento 100% segura todo el tiempo. El primer requisito era sentir esa empatía hacia el tema y darme libertad de crear y retratarlas, el permiso de contar su historia y mostrar sus imágenes. Cada sesión duraba un mínimo de dos horas, la más larga durando casi cinco. Porque necesitaba escuchar la historia de cada una, ir rompiendo barreras de a poco y buscar la manera correcta de expresar lo que cada una representaba. Era más que nada una entrevista e ir haciendo fotos cuando ya fluía más la confianza.
Leí que “cada fotografía relata la breve historia de cada una de ellas, con sus diferencias, luchando contra los estereotipos que se tienen sobre la mujer” ¿Cuáles son esos estereotipos y por qué crees que es fundamental dejar de pensar a la mujer desde esos lugares?
Tengas o no algo que te hace “diferente” todas y todos somos marcados por los estereotipos. Algunas no lo demuestran, otras lo sufren bastante. Es parte grande de nuestra cultura. Lo más común es el peso, las flacas nunca son lo suficientemente flacas y si lo son ¡tienen que subir de peso! La palabra gorda tiene una connotación negativa, así como ser baja, cuando adjetivos como alta y flaca, son vistos de una forma más positiva. En cuanto las estereotipos hay factores inimaginables para muchos como tipo y color de cabello. La realidad es que siempre anhelamos lo que no tenemos, en cuanto a lo físico muchas veces idealizamos que si tenemos tal o cual cosa de la otra persona sería más feliz o haría esto o lo otro, pero si nos ponemos del otro lado, esa persona a quien idolatramos también está pensando lo mismo. Algunos toman el libro y se ponen a analizar en una forma de: ¿Y a ella qué le pasa, cuál es su problema?” y cuando terminás de leerlo te das cuenta de que no son personas con problemas ni dificultades, son personas, como vos y yo. Todos somos diferentes, todos tenemos algo genuino, pero estamos programados para ver todo desde un concepto muy cerrado y limitado donde ser diferente no es visto como algo bueno.
¿Qué grado o clase de poder pensás que tiene la fotografía para contar este tipo de historias?
La fotografía es un tipo de terapia. Y sí, muchos pueden pensar suena muy ambicioso, pero lo es. Este tipo de sesiones se llama “retrato psicológico” porque no es un momento de dirigir poses, sino de dar un espacio de libertad y confianza donde una persona libera emociones e historias que en muchos casos son muy privadas y ser retratado es como una suerte de “liberación”, de asumir ese momento y sentimiento y sobrepasarlo. Sin duda, todas las personas que pasaron por la experiencia manifestaron muchas emociones positivas y algunas de ellas incluso se empoderaron bastante y hoy utilizan su voz para comunicar y empoderar a otras mujeres.
¿Qué desafíos identificaste durante el desarrollo del proyecto?
La carga emocional. No es fácil mantener una línea y no absorber la emoción de las historias. Resumir las historias y mantenerlas fieles a la voz de cada una también fue un desafío. A lo largo del proyecto y la presentación al concurso, tuve muchos cuestionamientos, porque al ser tomadas en estudio da la impresión de que son personas preseleccionadas en un casting y que no es un grupo representativo. Surgieron ideas como que no representaba a personas de todas las clases sociales o que todas eran chicas lindas que había elegido. Precisamente al estar contra un fondo neutro, nos olvidamos del contexto social y nos centramos en la persona. Además mi intención nunca fue resaltar “defectos” sino destacar la esencia de cada una, así que si les parecen que son todas “chicas lindas” mi trabajo está bien logrado. A más de la mitad de las personas las conocí recién el día de la sesión. No esta demás agregar que también recibí comentarios negativos incluso acusándome de ser falsa, de que lo hacía por publicidad y llamar la atención. Demostrando una vez más que la raíz de todo esto es minimizar las vivencias de una persona y no permitirle sentir o expresarse, que el hecho de no tener un defecto o problema aparente (porque sí los tengo) te obliga a sentirte bien contigo mismo. Todos lidiamos nuestras propias batallas y muchos las libramos internamente, así es importante no asumir.
¿Cuál consideras que es tu aporte con este trabajo fotográfico?
El aporte ya se dio con el simple hecho de haberlas realizado, porque el efecto que tuvo en cada una de esas personas y en mí fue significativo. De ahí va escalando a cada una de las personas que lo leen y mi sueño es que sea de esos libros gastados de tanto mirar, porque desde un inicio la idea fue crear el libro que a mí me hubiese gustado recibir cuando más lo necesitaba y ver que está bien ser diferente. Me encantaría poder vivir haciendo esto; es más, incluso soñaba con abrir una pequeña fundación para poder realizar proyectos fotográficos como este y mediante el apoyo y financiamiento concretar más de mis proyectos.
¿Y qué aportó en vos como persona y profesional este trabajo?
Me dio mucho valor y me enseñó a verme con otros ojos, y sobre todo cada mensaje que recibo me recuerda y refuerza la idea de que es mi responsabilidad llevar la bandera porque tiene impactos positivos. No significa que no tenga miedos, igual me cuesta e intento mostrarme más día a día porque ese riesgo que tomo ayuda a otras, así como a mí me empodera lo que veo en otras mujeres alrededor del mundo. En lo profesional creo que me afectó negativamente en principio, porque es ir contra la corriente y contra todo lo que los demás ofrecen. Hablo de fotografiar la naturalidad y realidad de las personas, de mostrarnos tal y cual somos, y muchos no están preparados para eso, pero a la larga vale mucho más haber realizado un registro de valor para una persona que hacerlo para otras diez sin que signifique o represente algo en su vida. Después de todo siempre fui de ir contra la corriente.
