Heriberto Herrera, un DT en Europa

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“Esta es la historia de un líder. De un paraguayo que impuso su liderazgo en un hábitat, como el europeo, donde es muy difícil hacerlo si no se es propio de ese continente”. Así expresa el capítulo inicial del libro “Heriberto Herrera”, de Bernardo Neri Farina, que aparecerá el domingo 1 de setiembre, con el ejemplar de nuestro diario, para cerrar la Colección Gente que hizo Historia, de ABC Color y El Lector.

Heriberto Herrera Udrízar (1926-1996), llamado Tití por sus íntimos; es el único director técnico paraguayo campeón en la Liga Italiana (dirigiendo a la Juventus), y en Europa, algo que no se consigue si no se tiene capacidad de liderazgo, si no se cuenta con el carácter suficiente para imponerse en un medio que por lo general es hostil al extranjero. En Italia entrenó también al Inter de Milán y otros clubes.

A Herrera, por su absoluta lealtad a la disciplina, Europa bautizó como El Sargento de Hierro, y en todos los clubes que dirigió, tanto en España como en Italia, dejó su sello.

El libro de Bernardo Neri Farina narra todas las etapas de la vida deportiva de Heriberto Herrera. El primer gran hito en su carrera fue conseguir el título de Campeón Sudamericano integrando la selección paraguaya en el torneo disputado en Lima, Perú, en 1953.

Aquel torneo tuvo ribetes memorables para nuestro país en muchos sentidos. Fue la segunda vez que al Paraguay le tocaba organizar el Sudamericano (hoy llamado Copa América), sin que pudiera llevarlo a cabo en su territorio. En 1924 lo realizó en Montevideo. Y en 1953 en Lima.

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Eran tiempos en que en nuestro país reinaba una pobreza generalizada. Aquí no había infraestructura de ningún tipo, menos de las deportivas. No existía un estadio verdadero. Las canchas eran potreros sin comodidades.

La selección, antes de su partida a Lima, se concentraba debajo de las graderías del viejo estadio de Sajonia. Los jugadores debían dormir afuera, por el calor sofocante (ni pensar en aire acondicionado o cosas por el estilo); comían en un barcito de la avenida Carlos Antonio López, que cruzaba ese barrio que entonces era un suburbio asunceno. Todo ese cúmulo de precariedades valorizó aún más lo que se logró luego en Lima: el primer título sudamericano para el fútbol paraguayo.